martes, 17 de febrero de 2015

Si yo pudiera…



Estamos en año electoralísimo; Elecciones para todos los gustos.

Empezaremos en Andalucía el 22 de marzo, seguiremos con las municipales y autonómicas el 24 de mayo, las llamadas “plesbicitarias” de Cataluña el 27 de septiembre y terminaremos con las nacionales, que se deben celebrar entre el 20 de noviembre y el 17 de enero como fecha limite según lo previsto en el articulo 68 de la constitución.

Las formaciones políticas cierran filas en torno a sus líderes, a veces electos y a veces impuestos y abren despachos para sentarse con sus antagonistas a debatir el reparto de poder y de sillones necesario para poder gobernar en el caos electoral en el que estamos envueltos.

Claramente el bipartidismo ha muerto y ahora nos encontramos con una fuerza política que mantiene un respaldo considerable, a pesar del desgaste sufrido en los años de legislatura, el Partido Popular, y un cúmulo de fuerzas repartidas entre Podemos, Partido Socialista Obrero Español, Ciudadanos, Unión, Progreso y Democracia e Izquierda Unida. Otras muchas marcas electorales no conseguirán tan siquiera representación.

Un inmenso presupuesto se dilapidará en este año en arengar a los partidarios de las distintas fuerzas, en asistir a cualquier acto publico que permita una foto amable, en besos a desconocidas y desconocidos, en selfies con niños en los brazos, sonrisas en las bocas y besos de judas, en mítines a ellos mismos, llenos de banderas de su color politico, en un ejercicio de egolatría programada para hacer grande cada uno a su candidato.

Falsas promesas, palabras vacías y malvadas críticas a cualquiera de las otras partes serán los discursos que no nos cansaremos de oír. Todos serán los inventores y los garantes de la libertad y los derechos y los otros unos detractores o unos populistas. Todos prometerán el cielo y al final nos expulsaran del paraíso.

Dará igual que sean mentiras que verdades, los asesores de imagen y los directores de campaña decidirán lo que nos tienen que contar y como nos lo tienen que contar y cada uno de ellos se someterá a ese programa que es el verdadero programa electoral, el que debe permitirles llegar al gobierno, sea municipal, autonómico o estatal.
 
Después, harán lo que tengan que hacer, que eso ya lo determinan otras fuerzas que durante las campañas están ocultas. Las grandes empresas de energía, los fondos buitres, las grandes farmacéuticas, los lobbys de presión, las iglesias y las creencias, la gran banca, las fuerzas vivas de las finanzas, los intereses de los acreedores y un buen número de corruptos son los que determinarán la nueva forma de gobierno. Esto es la verdadera democracia, donde el que paga, manda…


Vótame, nos dirán una y otra vez mientras nos muestran su mejor cara, que cuando llegue al poder te prometo que… nada. Promesas vacías. Cuando estén alli solo harán aquello que les venga impuesto por otras más altas instancias.



Si yo pudiera, les pediría el programa de lo que piensan hacer, cuando y como, pero en documento publico, con un acta notarial de obligado cumplimiento que los forzara a cumplir o irse.

Si yo pudiera les pediría menos mítines y mas desarrollo de las propuestas, menos besos falsos, menos baños de multitudes, más tocar suelo y menos criticar, que no se amparen en los errores de otros y que nos anuncien cuales serán sus aciertos, que sean claros, concisos y objetivos, que sean leales con el pueblo, que de verdad intenten, aunque no todo lo consigan, arreglar el desaguisado social en el que nos encontramos.

Si yo pudiera, les pediría que pensaran en las necesidades del pueblo, que deshagan pactos suicidas, que luchen de verdad por las  libertades, que repongan el estado del bienestar, que industrialicen la piel de vaca, que creen tejido industrial y empresarial en vez  de chiringuitos, que formen mejor a los jóvenes, que les den oportunidades de desarrollo aquí, no en Alemania o en Inglaterra, que ayuden de verdad a la pequeña y mediana empresa como motor económico de nuestra tierra, que faciliten el acceso al mercado laboral, que normalicen salarios y cotizaciones y no solo los impuestos con respecto a Europa, que impidan las injusticias, que equilibren impositivamente a los que más ganan y los que mas pierden…

Y si para eso hay que tomar medidas drásticas, que las tomen. Que  impidan que los bancos desahucien personas y que obliguen a buscar cuotas de entendimiento y económicas que se puedan cumplir, que impidan que la factura de la luz deje en la pobreza energética a buena parte de las familias españolas, que asuman los comedores sociales como un problema de estado, que protejan a los más débiles, que garanticen la universalidad de la sanidad para todos los ciudadanos, que impidan el exagerado lucro de las farmacéuticas, que garanticen la atención a los enfermos y a los dependientes, que impidan la discriminación y que penen seriamente las actitudes extremófilas, que no persigan y castiguen a los que vienen buscando un mundo mejor y que ayuden a que sea mejor su mundo, que no apoyen guerras y que fabriquen menos armas aunque sean un buen negocio, que pacten con el pueblo y no se sometan.

Si yo pudiera, les pediría que, aunque solo fuera por el tiempo que gobiernen, se olvidaran de grandilocuencias y fueran, aunque solo lo fueran un poquito, más humanos…

¿Podré?

Lo dudo...

La política, esta política que sufrimos, es el arte de engañar al pueblo, de las falsas promesas, del refugio de los corruptos, del gasto desmedido e incontrolado en grandes obras y rotondas que riegan comisiones, de tarjetas negras y de todos los colores, de la imposición injusta a los que menos tienen y de leyes que favorecen los dineros oscuros que manejan, de paraísos fiscales e infiernos terrenales, de injusta justicia, de sanidad enferma, de mala educación, de favores y favorecidos, de discriminación y desprotección de quien lo necesita, de discursos vacíos y de opacidad.

Largo año nos espera… y decisivo.

Jose Ramiro, bloguero