El mar mediterráneo y los países
que lo rodean tiene la suerte de vivir sobre un mar que podríamos considerar
casi interior, salvo por sus dos únicas conexiones con el resto de la masa hídrica
de la tierra, que son el estrecho de Gibraltar, que lo comunica con el océano atlántico
y el y el canal de Suez, que permite el paso de las aguas hacia el mar rojo y
desde alli al océano indico..
La enorme riqueza que
atesora se puede medir en función de la riqueza de sus bancos de peces y de su función
como regulador de las temperaturas de las zonas terrestres colindantes, que
gracias a su presencia disfrutan de un estatus trófico especial condicionado
por la suavidad del clima que el ayuda a mantener dentro de los limites
necesarios para el desarrollo de una fauna y una vegetación única en el globo.
Así mismo, ha condicionado
la forma de alimentarnos de los vecinos que lo rodeamos, ayudando a crear la
famosa dieta mediterránea, donde abunda el consumo de buen aceite de oliva, y
una mas que suficiente dieta basada en productos del mar y de la fauna que a su
alrededor se cría.
La cadena trófica de la que
dependemos y a la que colaboramos es, más o menos como esta: Los humanos, en el
desarrollo de nuestras actividades cotidianas vamos generando desechos, que más
temprano que tarde llegan al mar, donde →
El fitoplancton se desarrolla casi de forma autónoma, ya que esta formado por
micro plantas flotantes que desarrollan una función clorofílica que las
convierte casi en autosuficientes energéticamente, dependiendo solamente del
sol y los detritus en flotación. Su masa a nivel oceánico es el gran pulmón del
planeta. → El zooplancton, que es la
parte animal del plancton en flotación, se alimenta a su vez del mismo detritus
y son consumidores de fitoplancton. →
El plancton y fundamentalmente la parte animal del mismo forma el comedero de pequeños
peces y mamíferos marinos. → Estos peces,
y más cuanto más pequeños, son el alimento de otros peces mayores que a su vez → Son devorados por aves marinas o
pescados por el hombre. → Y vuelta a
empezar, el hombre los consume y los convierte en detritus orgánicos que
terminan devolviéndose al mar.
La naturaleza es sabia, y el
transcurrir de los siglos ha conseguido formar un perpetuum mobile en la cadena
alimenticia que sin que el hombre intervenga de manera irresponsable es capaz
de mantenerse por los siglos de los siglos, y solo una gran catástrofe o la
desmedida ambición hace que se rompa mas frecuentemente de lo que debería ser.
Desgraciadamente, que el mediterráneo
solo tenga esas dos pequeñas conexiones con el exterior lo convierte, como decía
al principio, en un mar prácticamente interior, y la contaminación que vertemos
en el a la vez que la estrechez de esos pasos donde la navegación es
absolutamente destructiva, por sus vertidos y por la repercusión que significa
para un sistema ecológico tan cerrado hace que sea uno de los mares mas
contaminados del mundo, lo que significa que la cadena trófica a veces se ve
rota por la mera intervención de los humanos.
No ha sido en el mediterráneo,
pero podría haberlo sido. El pesquero incendiado en Gran Canaria que un
iluminado, siguiendo el ejemplo que ya le dio aquel funesto ministro con el Prestige,
decide sacarlo a alta mar con los depósitos a reventar de combustible. Todo el
mundo sabe, o debería saber, que un vertido en el interior de un puerto es
mucho más manejable que en alta mar y se minimizan los daños ecológicos, pero
el lumbreras decide que el marrón, en este caso, negro, se lo coman otros. No
sabe, o no quiere saber, que las pesquerías que se van a contaminar con el
vertido es donde van nuestros pesqueros a faenar y que finalmente ese
combustible aparecerá en los pescaditos que se venden en nuestros mercados y se
racionan en nuestros chiringuitos de playa. Pero como ahí no se ve, pues venga,
que se manchen otros… A fin de cuentas, solo serán unos hilillos de plastilina...
Y es que, sobre todo en España,
somos muy de dejarles el marrón a otros, salvo cuando políticamente es
incorrecto o sirve para dar una buena imagen de nuestros representantes.
Recuerdo a nuestro
presidente, en esa foto junto a muchos mas presidentes de la zona manifestarse
tras un cordón de seguridad en Paris cuando lo de Charlie Hebdo, o en los
funerales y varias ceremonias por lo del accidente - asesinato de los pasajeros del vuelo 9525 de Germanwings. Pura hipocresía. Como cuando Federico
trillo para quitarse de encima los muertos del Yak-42 en Turquía acelero de tal
forma las identificaciones de los cadáveres que termino falseando las
identidades y repartió los muertos como si fuesen premios de lotería, cada cual
a quien le tocara.
En recompensa por tal hazaña (y otras muchas, cuando
como letrado se dedicó a entorpecer la justicia en todos los casos donde estaba
implicada gente del PP), nuestros actuales gobernantes decidieron mandarlo de
embajador a Londres, aunque curiosamente no habla ingles, y el español solo lo
utiliza para mentir o para lanzar improperios tipo "manda huevos". Pura hipocresía. Puro descaro…
Ahora, el mediterráneo es una gran tumba marina,
pero no veo funerales de estado, ni monolitos en recuerdo de los muertos, ni
manifestaciones de gobernantes. Claro,
que los que se mueren son negros y no europeos.
Solo oigo que están muy tristes por las
consecutivas tragedias que arrastran ya más de 1.600 muertos en lo que llevamos
de año, mientras que en sus reuniones hablan de cómo frenar a esos inmigrantes
para que no lleguen a nuestra costas, a las de la parte norte del mediterráneo,
que aquí somos blancos y los negros no dan buena imagen. Tanto pobre en las
calles estorba a esa clase elitista que nos gobierna.
Esos 1.600 muertos que conocemos, aunque nunca
sepamos sus nombres y sus apellidos estaban muertos antes de salir de sus países
de origen, por eso se embarcan, en ruinosos pesqueros y grandes balsas, en esa aventura llena de naufragios. Cuando no
naufraga el barco que los trae, ya nos encargamos aquí de que naufrague su
vida.
Y mientras tanto, sus muertos pasan a formar parte
de la cadena trófica mediterránea. Se convierten en alimento de peces y
escualos para terminar engordando ese pescadito del que tanto gustan los
turistas ingleses y alemanes en nuestras costas mientras se dan baños de un sol
que no tienen en sus países de origen. Finalmente, incorporamos a esa cadena al
inmigrante y queda así: Los humanos
“normales” → El fitoplancton → El
zooplancton → Peces y mamíferos
marinos → inmigrantes → peces
grandes → aves marinas y el hombre. → Y vuelta a empezar.
El sol llora sangre y el mar se tiñe de rojo por esas victimas y cuantas no
llegaremos nunca a saber que se han tragado nuestras sucias aguas.
Los gobiernos, preocupados por esa invasión silenciosa,
que no por la perdida de tantas vidas humanas, siguen poniendo puertas al
campo, negando la realidad del agravio comparativo entre las dos costas, sur y norte, de
nuestro mar.
Piden medios y dinero para hacer frente a la
avalancha de inmigrantes en vez de pedir dinero y medios para ponerles en sus países
de origen la vida un poco mas fácil, para sacarlos del “corredor de la muerte”
en el que viven condenados a perpetuidad. Pura hipocresía…
Jose Ramiro, Bloguero
toda la razon
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