jueves, 22 de enero de 2015

La pesca del chanquete



El chanquete es, además de un personaje de ficción de la famosa serie “Verano Azul”, un pequeño pez (no un pez pequeño. De adulto, el Aphia minuta rara vez llega a medir algo más de cuatro centímetros) rosado y casi traslúcido que gastronómicamente hemos disfrutado sobre todo en las costas malagueñas, donde su legendaria fama viene de que por alguna causa, en algunas zonas de sus costas se reproduce con mucha facilidad.

En el siglo pasado era habitual ver por las mañana en las playas la extracción del tradicional copo, que consistía en estirar una red cercana a la costa con la ayuda de un pequeño bote y unir finalmente sus extremos en tierra, donde pasado un tiempo prudente, fornidos pescadores iban tirando de ella y en su interior se encontraba el exquisito manjar marino.

El problema es que al ser un pez de tamaño tan pequeño, el arte para conseguirlo era así mismo muy tupido, con lo que a la vez que el preciado pez, venía atrapado en el copo infinidad de crías de sardina o boquerón, con lo que esas especies, aun sin quererlo, se iban esquilmando, pasando de ser peces a ser pescados.

Esto hizo que a finales de siglo se prohibiera la captura y comercialización del chanquete y despojaron a los chiringuitos y restaurantes playeros de uno de los atractivos culinarios con los que contaba hasta entonces.

A todo lo que no era chanquete en el copo se le denominaba popularmente “morralla”, es decir, lo que no servia, y no pocos malagueños esperaban la salida del copo para hacerse con una buena carga de estas otras crías que pasadas por la sartén formaban parte de la dieta de los más madrugadores.

No tiene nada que ver esta pesca con la de especies mayores, que salvo ahora con las piscifactorías, siempre se han conseguido con artes más tradicionales, pescando con sedal, anzuelo y cebo. Los peces gordos, que parecen estar dotados de mayor intelecto (aunque su memoria sea a muy corto plazo) se sienten atraídos por los apetitosos cebos que usaban aquellos pescadores.

Este año, año electoral, los grupos políticos tiran sus cebos para pescar votos.

Así, los de izquierdas hablan de igualdad, de reparto, de justicia, de auditar la deuda, de proteger a los trabajadores y el derecho sindical, de quitarles a los ricos para darles a los pobres, de salarios dignos y de la conservación de determinados derechos.

Y los de derechas hablan de terrorismo, de yihadismo, de amenaza de desintegración del país, de la defensa de la vida del no nacido, de cadenas perpetuas, de grandes números económicos y de estadísticas que curiosamente siempre los dejan en buen lugar, de negocios internacionales y de cómo hacernos mas competitivos aún por encima de nuestras posibilidades y de cualquier derecho, de venta de lo publico y de privatizar todo lo privatizable aunque sean servicios esenciales.

Cada uno quiere pescar en su caladero.

Unos peces gordos, otros, morralla.

Los de izquierdas en el pueblo llano, en el que lo esta pasando mal, en el pobre, en el desahuciado, en el pensionista, en el enfermo, en el parado, en el dependiente, en el estafado por la banca, en el explotado laboralmente, en el que no llega a fin de mes, el olvidado por los estamentos oficiales…

Los de derechas, en la clase dirigente, en los barrios ricos, en los incondicionales de toda la vida, en las victimas del terrorismo manteniendo vivo un dolor que en muchos casos ya se estaba apagando, en los que piensan que hay ministros que hablan directamente con las vírgenes para que nos ayuden, en el empresario al que le ponen fácil el despido, en el banco al que favorecen vendiéndole deuda a precios de usura, en los gigantes industriales que ven oportunidad en un mercado laboral barato y limpio de derechos, en las farmacéuticas que se lucran con la enfermedad, en las empresas y fondos buitre que compran lo que es de todos para explotarlo comercialmente, en las eléctricas y tecnológicas llenas de puertas giratorias, en corruptos salvados por la campana, la campana que hace sonar el gobierno de turno y a la que jueces y fiscales, en una perjudicial cantidad obedecen cuales fieles lacayos…

Todos nos cuentan que su cebo es el mejor, a ver si picamos.

Unos buscan peces gordos, otros, simplemente morralla (por cierto, en el copo, la carga de morralla siempre era mayor que la de chanquetes…)

Peces gordos hay menos que morralla, pero con un inmenso poder.

La morralla somos muchos más, y si tuviésemos algo de memoria (poco más que un pez) nos daríamos cuenta de que la fuerza de la masa rompe cualquier arte, por tupido que sea. Solo hay que empujar todos a una…

Además, junto con la morralla, con los despojos de esta sociedad injusta, siempre quedan atrapados algunos peces gordos, con un cierto sentido social que tambien ayuda...

Jose Ramiro, Bloguero


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