sábado, 27 de diciembre de 2014

La mayoría silenciosa



Parte del argumentario del deplorable presidente y sus adláteres que sufrimos los ciudadanos se conforma por dos premisas. La primera, que los que estuvieron antes lo hicieron peor (y tú más) y la segunda la fuerza que le da el que no vota, el que no protesta, la mayoría silenciosa que tanto le gusta al Sr. Rajoy.

Manipulando los números de las asistencias a manifestaciones y protestas publicas, amparándose en los que se quedan en su casa, siempre nos cuentan que a ellos los ampara la mayoría, formada, según ellos mismos, por los que los siguen admirando y votando a pesar del despropósito social y económico que significa su gobierno y de la corrupción que impera en sus filas y en sus estructuras de partido, y como no, en esa mayoría silenciosa, permisiva, que con su silencio les otorga fuerza.

Se amparan en que los “otros”, los que gobernaron antes, están tan manchados como ellos mismos de corruptelas y de promesas incumplidas y que, a fin de cuentas, no quieren que esto cambie. Se les acabaría el chollo…

Unos y otros se reparten el bacalao, se distribuyen las riquezas del pueblo entre ellos, se dejan comprar por los futuros puestos de consejeros (que por no tener no tienen ni que aconsejar para llevárselo crudo) en la empresa privada, se venden cual Judas por unas pocas monedas a cualquier empresario que asome por sus despachos, conceden puestos de trabajo a familiares y amigotes, cortan y recortan de lo publico y favorecen y acrecientan lo privado, se comen las ayudas socialesen sus grandes bacanales y se dan a una vida de lujos cual príncipes orientales de los de antes…

Se olvidan de la otra mayoría, a veces callada, a veces exasperada…

Los trabajadores sin trabajo, las pymes asfixiadas por las deudas y la falta de crédito, los discapacitados, los enfermos crónicos, los que padecen enfermedades raras, los inmigrantes que nos enriquecieron durante los años de bonanza, las mujeres que sufren de maltrato machista, los que piensan de forma distinta, los que hacen colas en los bancos de alimentos, las “personas en general y también los gitanos” que se visten en roperos sociales, los desahuciados, los que duermen en colchones de cartón de embalaje, los dependientes, los jubilados, los funcionarios que a pesar de los recortes dan el callo, los que el único banco que conocen es el de nuestros parques y jardines, los indignados, las ongs que sacrifican vidas para salvar las de otros, los movimientos sociales que ya no consienten la continuidad del engaño…

A estos no los quieren oír, a aquellos, no les hace falta oírlos…

Estos son la mayoría de la población, esos a los que pretenden hacer creer que estas navidades son las de la recuperación.

En el discurso del rey, tildado de glorioso por determinados segmentos, le sobró un poco de énfasis en la lucha contra la corrupción y le faltó un poco de reconocimiento de culpas, le sobró un poco de Cataluña y le faltó un poco de País Vasco, le faltó un poco de la realidad de las calles y le sobró el triunfalismo de la recuperación cantada por el gobierno de turno, le faltó acordarse de los que quieren entrar en España por la valla de melilla y de los que se van de España porque aquí ya no les queda nada, le faltó acordarse de los universitarios que desesperan de encontrar un trabajo acorde a su formación, le faltó acordarse de los que pretenden investigar y no encuentran ninguna ayuda, le faltó reconocer la realidad de la pobreza infantil y le faltó exigir que esto se corrija, le sobró altanería y majestuosidad y le falto modestia, le faltó reconocer que estamos peor que antes y que nunca volveremos a estar como entonces, le faltó confesar que es el rey de los poderosos y no de todos los españoles…, y es que su figura, ya en la constitución lo hace diferente… Él no es un español más, es el Rey, con toda su carga de privilegios y buena vida.

Un presidente lo sufrimos durante cuatro años, y si lo hace mal (véase el caso actual), llegado el momento las urnas lo pondrán en su sitio. Al rey, heredero por derechos de sangre del elegido por el Caudillo lo sufrimos por toda su existencia, sin poder votarlo, sin poder renovarlo, sin poder cambiarlo… Triste democracia con regidores impuestos…

Los corruptos siguen en las filas de los dos grandes partidos y algunos en las filas de los más pequeños, de las grandes corporaciones, de los más altos estamentos públicos, de los bancos, de las empresas, de la parte más alta de esta sociedad.

Se corrompe más fácilmente el que tiene el poder de otorgar favores que el que los tiene que pedir. Solo esta es la causa.

Los grandes pagan bien, y ya se sabe, todo hombre tiene un precio… y una vez cobrado, reparte, reparte y me quedo con la mejor parte…

Dentro de meses ya, se producirán elecciones generales.

Tengo claro que la mayoría silenciosa esta vez llenará las urnas de indignación, de reproches contenidos durante mucho tiempo, de justicia social, de demandas de igualdad ante la ley, de castigo a los corruptos, de rechazo a los antisistemas instalados en los despachos gubernamentales, de castigo para los desleales con su pueblo, de exigencias para los que lleguen después... O así debiera ser…

¡¡QUE GRITE LA MAYORÍA SILENCIOSA, QUE SE ESCUHE…!!

Jose Ramiro, bloguero