domingo, 8 de diciembre de 2013

¡A los tiburones!



Comenta la muy afamada Paloma Cervilla en su blog del 5 de diciembre en el ABC sobre la honestidad de las langostas, en un texto algo agrio, que UGT es una organización corrupta.

No me cabe duda que la línea editorial del medio en el que se desenvuelve hace tiempo que esta algo "descentrada", escorada a estribor, pero comete un error que muchos cometemos cuando hablamos de corrupción.

Las cosas, las entidades, aun con personalidad jurídica, no son corruptos, lo son sus componentes humanos, las personas que los forman y se corrompen, corrompen, consienten la corrupción o la desarrollan dentro de esos entes.

Se me hace curioso comprobar que en enero de este mismo año, desligaba, mi querida e inocente Paloma, escribiendo sobre el caso Bárcenas, al corrupto de Don Luis de la figura del partido al que pertenecía. Alegaba, que semanas después de hacerse público el escándalo, bueno, la mitad del escándalo, que entonces solo se conocían  22 de los más de 40 millones de euros que escondía en cuentas suizas, no había ninguna prueba de corrupción, ni de sobresueldos, ni de financiación ilegal del partido, con lo cual a quien habría que pedir explicaciones era al tesorero, y nunca al ente al que pertenecía.

Mas curioso se me hace que ahora exija al, en principio cándido, Cándido Méndez, que asuma las responsabilidades de la corrupción dentro de UGT.

Cierto es que no es consentible que se juegue con el dinero de todos y que es perseguible cualquier actitud o hecho corrupto del que tengamos noticias, sean del lado que sean, que no por estar en el lado contrario son mas o menos justificables.

Quien ha enfilado la proa hacia un camino ilegal, engañoso, de enriquecimiento o de malgasto de los fondos públicos debe pagar, aunque en España parezca un imposible, con la cárcel, sin perdón. Cual capitán pirata, los jueces deben condenar al reo a los tiburones.

En cualquier caso, estamos hablando de dos casos sustancialmente distintos, aunque no por ello menos punibles

En UGT, al menos hasta donde sabemos, hablamos de malgasto, de gasto indebido del dinero publico, ocultado en falsas facturas, de bacanales y mariscadas de unos pocos pagados con el dinero de todos.

En el caso de Bárcenas, hablamos de fondos negros, no del dinero oficial de las cajas de una entidad. 

Si un señor, por más que sea tesorero y maneje las cuentas es capaz de desviar mas de 40 millones de euros a Suiza y nadie, dentro de su partido lo ve, es que el manejo de esos fondos ocultos es de tal calibre que los 40 millones no son más que la calderilla de la caja de cualquier comercio.

El siseo, tan de moda antes en los sirvientes de los grandes señores, era no más que la sustracción de unos céntimos en el importe de la compra diaria, cosa tan pequeña que para los amos era indetectable, e incluso consentido como un pequeño "sobresueldo" para el servicio.

Si esto es la calderilla, me pregunto cuanto había en el monedero...

La diferencia me parece notable, aunque es verdad que yo estoy algo escorado hacia babor...

Dice Paloma que habría que preguntar a Bárcenas por la procedencia del dinero.

Yo creo que habría que preguntar, no al partido popular, que como entidad es, igual que las demás, descerebrada, sino a los componentes y dirigentes del mismo, ¿donde esta el grueso del taco de billetes del que sisaba Don Luis?, ¿en sobres marrones pasados por debajo de la mesa?, ¿en fondos de inversión donde blanquearlo convenientemente?, ¿bajo algún ladrillo de sus suntuosas mansiones, protegidos por los cuerpos de seguridad del estado que todos pagamos?

Nunca confesarán, y solo a través de indicios podremos llegar a la conclusión de que el engorde de sus bolsillos esta provocado por la ingesta de tanto billete.

Una cosa que tiene el dinero negro, es que no se ve, dado que siempre se mueve a la sombra. El hecho incontestable de que no aparezca en los balances del partido no hace que sea menos cierto que existe.

Sin duda, hay en el partido popular gente honesta, gente que ha llegado donde esta con el convencimiento de que la ideología que defienden es buena para el pueblo, que, equivocadamente o no, defienden postulados democráticamente aceptables. Gente, que como esos oficiales de marinería de las películas, saben cual es el rumbo correcto, por más que las órdenes de sus superiores estén llevando el barco a pique.

Igual, no tengo dudas de la necesidad del sindicalismo y de los sindicalistas, ultima trinchera en la defensa de los derechos de la clase obrera, de de la bondad del ente en si, por mas que en sus filas se enrolen marineros arribistas que se escaquean de sus labores, que se esconden cuando hay que baldear la cubierta, que roban el ron de la bodega del barco, y que en algún momento sean capaces de amotinarse contra las ordenes del capitán.

Marinos así, hacen naufragar cualquier barco, aunque en la ondeante bandera del mascaron de proa vuele una blanca gaviota sobre fondo azul

Querida paloma, no hablamos de lo mismo... ¿O si?

Si lo que le pides a Cándido Méndez se lo pides a Mariano Rajoy, entonces, si hablamos de lo mismo, pero si solo es al “cándido”, si en el fondo disculpas al presidente y cargas la culpa sobre uno más de entre  los marineros, entonces, no.

Estimada Paloma. Para divisar bien babor y estribor, para diferenciar izquierda y derecha, hay que subirse a la verga (palo mayor) y allí, desde el carajo (cofa del vigía), aunque es un sitio frío (ya lo dicen los marineros, allí arriba "hace un frío del carajo") se mantiene la equidistancia necesaria de ambos lados.

Una cosa es la responsabilidad directa, y el delito lo paga quien lo comete, o así debería ser.

Otra, es la responsabilidad del mando, responsabilidad derivada de la falta de control o del consentimiento del delito. Esa, políticamente hay que pagarla, sin ambigüedades, el que consiente, en política, debe dimitir, y eso vale para un sindicalista tanto como para un presidente de gobierno, y el desconocimiento del delito, no justifica ni un ápice la irresponsabilidad de haberlo consentido.

No debemos permitir que, cuando el barco esta a punto de hundirse, por las malas maniobras de sus pilotos, el gobernante de la nave, cual capitán del Costa Concordia, salte del barco y abandone a su suerte a la tripulación.

A los tiburones…

Si no los tiramos por la borda, tarde más o tarde menos, habrá una rebelión a bordo.

Los marineros, estamos hartos de tantos cantos de sirena...

Jose ramiro, bloguero