viernes, 19 de octubre de 2012

Marrón, como de heces…



Marrón, como de heces…

Hace muchos años, muchos, en una conocida calle de la ciudad donde habito, paseaba yo una tarde, cámara fotográfica analógica (que entonces lo digital sonaba a ciencia ficción) en ristre, cuando algo me llamo la atención, un movimiento, una luz, un no se qué que merecía la pena inmortalizar

Desenfundé aquel fantástico aparato, me asegure de que los ajustes eran  los correctos y me dispuse a fotografiar aquello.

Tras hacer unos cuantos negativos, volví a enfundar mi preciada réflex y decidí continuar mi paseo en busca de nuevas imágenes que unir a mi colección particular. En aquel tiempo era yo un coleccionista compulsivo de instantáneas de la vida.

Pues al reiniciar mi andadura, como a traición, por la espalda, oí una voz contundente y muy alta que me decía mientras una mano se posaba con fuerza sobre mi hombro derecho "alto, ¿donde crees que vas?". Mientras, la otra mano del parlanchín personaje de un fuerte tirón me descolgaba la cámara con bastantes malos modos. Posteriormente, ya tras conseguir enfrentar la cara de aquel individuo, comprendí que no me estaban robando. 

Era una pareja de la policía nacional, en esa oscura época en que ya no vestían de gris ni de azul, sino de aquel desagradable color marroncillo que recordaba el color de las heces, la que con caras risueñas, mas por burla que por la comicidad del evento, se estaban dirigiendo a mí.

Una joya... antigualla sí, pero joya...
El motivo de tan agradable susto, es que no había sido de su agrado mi afán coleccionista y tras el secuestro de mi Nikon F2, calzada con óptica Nikkor serie "S" de 50mm de focal y una luminosidad de 1:1.8 (doy este dato para que los que saben de esto sepan apreciar el pedazo de maquina que llevaba) y su precioso contenido de imágenes latentes (en fotografía analógica las imágenes permanecen en este estado de latencia cual gato de Schrödingerel del gato muerto-vivo, hasta que el "carrete" es procesado en sofisticadas y carísimas maquinas en laboratorios industriales, donde el intercambio químico de ion plata por el de ion hierro termina mágicamente por sacar a la luz el negativo) me pidieron, cierto que con poca amabilidad y algún que otro empujón, que les acompañara al... cuartelillo.

Tras horas sentado en un banquillo, cual reo común, sin que mediara explicación alguna, y mientras proseguía el secuestro de mi cámara, y el mío propio, me piden que les acompañe a la oficina de un oficial, que, entonces si, me explica, como dándome una regañina, que los agentes habían observado como fotografiaba la fachada de su cuartel, cosa estrictamente prohibida en aquel tiempo, y que ese era el motivo de la detención.

Por más que intenté explicar que su cuartel no era en absoluto el objetivo, no conseguí hacerlos creerme.

No sintiéndose aquel oficial muy seguro de lo que tenia que hacer, determinó que me trasladasen del cuartelillo a la central de la policía, donde, ahora si, siempre después de un tiempo razonable (para la forma de medir el tiempo de la policía, claro) de espera, que entiendo usaban para ponerme de los nervios, me recibe uno de los mandos, que desde mi estado histérico, casi de camisa de fuerza, delante mía, con saña, abrió la tapa de mi cámara y extrajo el rollo de película (135mm, Kodak Vericolor II profesional, fantástica y suave película…) extrayéndola de su protector chasis, velando su precioso contenido mientras, otra vez regañando, me explicaba que no se podía fotografiar un centro de la policía.

Después, suerte tuve, acabo mi temporal detención, y me acompañaron "amablemente" a la puerta de aquella comisaría, dándome la espalda en cuanto cruce el umbrío umbral.

Me viene este recuerdo a la sazón de la nueva ley de seguridad ciudadana, que tantos parecidos encuentra con aquella de vagos y maleantes que en aquel momento estuvieron a punto de aplicarme.

Resistencia pasiva, prohibición de reunión y manifestación inautorizada, no captar imágenes de policías ni difundirlas...

El retorno al pasado es evidente.

La policía, enormemente necesaria en la lucha contra el crimen, en cualquiera de sus variantes, es un estamento que justifica su existencia en la protección del ciudadano, y no en el acoso, y en la represión de las libertades del mismo.

Oigo con estupor, como desde el gobierno catalán, se anima al cuerpo policial propio, los Mossos de Escuadra, a convertirse en una especie de ejercito, que llegado el momento debería luchar contra el estado español, oigo al director general de la policía decir que perseguirá la difusión de imágenes de policías, oigo al ministro de justicia endurecer la leyes atentando contra las libertades individuales, convirtiendo en delito lo que no lo es, oigo al estado muy preocupado por las protestas en la calle y muy poco por dramas como el cáncer de mama, donde acaban de proponer sacar del sistema de financiación la utilísima herramienta diagnostica contra su lucha que es la mamografía.

Un gobierno que solo oye los silencios y no las voces, que negocia con un representante de la mafia del juego y la prostitución, que está dispuesto a ajustar leyes y reformar normas solo para favorecer al gran magnate, que le va a financiar un macroproyecto aun a riesgo de saber, que si fracasara, los garantes seremos de nuevo los ciudadanos, es un gobierno desleal, insoportable...

Sn embargo, si no lo consigue, rozara la mayoría absoluta en Galicia, mejorará sus resultados en el País Vasco, y se autoalimenta de sus propios comentarios y de los de sus afines, y como no de la gran mayoría silenciosa que le da soporte, que grita, pero en sus casas, que esto esta bien, que lo que hace el infame Rajoy es lo adecuado, que cierre ya el indeseable rescate a los bancos y nos endeude, que siga con sus recortes, que solo los hace para evitar el abuso autonómico que promovieron los "rojos"... 

Rojos, de extrema izquierda dice Wert que son los que se manifiestan contra las reformas educativas...

Fachas, de extrema derecha es lo que son los que así piensan…

Gentuza de derechas, fascistas, que, no me extrañaría, que volvieran a vestir a los nacionales de marrón. 

Precioso color mierda...
Marrón, color mierda, para estar bien camuflados entre la que ellos remueven constantemente, para moverse sin que se les note entre mafiosos y fascistas que se han aupado al poder, para, vestidos de esa guisa, convertirse en un pseudo ejercito que proteja a "sus señorías" de las maldades del pueblo.

Felipe González, en su segunda legislatura, cuando perdió su mayoría absoluta y empezó a gobernar con mayor dificultad en una de las épocas en que el futuro estado del bienestar se estaba sembrando, en la noche electoral, asomado al balcón, en magna celebración de su segunda victoria, dijo que había oído al pueblo, que las manifestaciones en contra de su gobierno y la pérdida de votos le hacia reconocer que todo no se estaba haciendo bien...

Mariano, en vez de oír la voz del pueblo, oye la de los que se callan, y encima no pierde votos...

Digan lo que digan, no es lo mismo...

Jose Ramiro, bloguero