domingo, 14 de octubre de 2012

El sonido del silencio



Una vez, estando de paseo por el campo, hace ya años de esto, fui capaz de oír el tremendo sonido del silencio.

Era un día soleado, de agosto, en el sur de España, era uno de esos días donde hay momentos en que ni el aire se quiere mover, donde callan hasta las chicharras y los pajarillos, donde la quietud parece parar incluso el tiempo, donde la vida se toma una pausa como para descansar.

Pues estando lejos del ruido de cualquier asentamiento humano y sin corrientes de agua que rompen el silencio con su cantarino discurrir, lo oí.

Era fuerte, tremendamente fuerte aquel sonido. Era tan profundo y penetrante que dolían los oídos,

Mi cuerpo reacciono con sorpresa y empecé a buscar el origen de aquel enorme desasosiego que me inundaba.

Cámara anecoica, silencio absoluto...
Pronto comprendí, que lo que me parecía oír, era real, era el sonido de mi sangre, que impulsada por mi corazón pasaba presurosamente por los capilares cercanos a mi sistema auditivo. Era mi propio sonido interior aquello que me desconcertaba.

Los habituales de la alta montaña, muchos pasan por esta fantástica experiencia, solo reproducible en una especial cámara anecoica.

La experiencia es cercana a la de aquellos que oyen voces en su interior, a la de aquellos que en el silencio de su mente, crean personajes ficticios que le hablan, que le aconsejan y a veces le ordenan algún tipo de acción.

Es lo más cerca que he estado de esa suerte de experiencia mística de los visionarios a los que a veces les habla un dios que solo existe en su mente o a la de aquellos que están convencidos de haber sido abducidos por entidades de otro mundo, que le han invadido el cuerpo y que rigen desde dentro de su cerebro el destino de su vida.

El concepto del sonido del silencio es como el de la nada o el del vacío absoluto, de compleja comprensión.

A nuestra mente, que capta el mundo que la rodea a través de los sentidos se le hace difícil asimilar que pueda existir ruido dentro del silencio, o que más allá de un cierto límite universal no exista nada, o que en un recipiente perfectamente visible el contenido sea igual a vacío absoluto…

Rajoy, revestido de superpoderes...
Sin embargo, hay personas para los que este tipo de sensaciones son habituales, como por ejemplo nuestro presidente, que no se yo muy bien si es un visionario, si esta poseído por algún ente extraño, a simplemente es una persona dotada de superpoderes que le dan una supremacía enorme sobre el resto de los españoles. O quizás este afectado por alguna especie de locura pasajera. No se…

Hace unos días, desde las lejanas Américas agradeció a la mayoría silenciosa que no se manifestaba el apoyo a sus medidas, por cierto todas fuera de programa.

Ahora, durante las campañas gallegas y vascas, va por ahí diciendo que la mayoría de catalanes que no se manifiestan no quieren la independencia, y también dice que los vascos que no se manifiestan no son nacionalistas.

Tiene un verdadero poder oculto que es capaz de oír lo que la gente no dice, en lugar de prestar sus oídos a los gritos de los que si le reclaman (la inmensa mayoría) que cambie de actitud o que se vaya.

Hubo un día que dijo que lo del cambio climático era una patraña, y es que en su mente pulula un ser espectral que le dice y le habla de cosas de las que el resto de los humanos no tenemos conocimiento.

Sordo selectivo, pero con muy buen oído para oír el sonido de los silencios

No oye a su ministro de educación planeando de forma fascista la españolización del pueblo, ni a su ministro de justicia dotar a los tribunales de un paquete de leyes que ayudaran a reprimir al pueblo, ni a su delegada del gobierno en Madrid dando la orden de dar leña a quien se mueva, o al ministro de hacienda pidiendo que dejen hundir el país, que ya ellos… o al de economía inventándose “palabros” nuevos para llamar a cada cosa con distinto nombre del que le corresponde, o a la de sanidad cerrando camas y negando el servicio a quien no lo pueda costear, o al de exteriores perdiendo el tiempo en la absurda reclamación de Gibraltar, o a cualquiera de los que lo rodean diciendo, y lo que es peor, haciendo verdaderas barbaridades con nuestro estado.

Pero sí oye a los que no se manifiestan.

Por cierto, entre su gente, tienen un verdadero problema con los números, y es que deben ser de letras y no de ciencias.

En cada manifestación contra sus desatinos, el conteo de manifestantes da cifras ridículamente pequeñas, incluso mucho menores que las estimaciones de la propia policía que siempre son a la baja.

En cambio en la última manifestación barcelonesa por la independencia, sus cifras, que la policía estimaba en 6.000 manifestantes, llegan en este caso a los 65.000. Deberían apuntarse a unas clases de matemáticas de refuerzo…

Lo dicho, tiene un superpoder: el de destruir todo lo que toca…

Necesitaríamos kriptonita, esa piedra verde esmeralda que anula los superpoderes de los superhéroes para acabar con esto


Jose Ramiro, bloguero