martes, 11 de septiembre de 2012

Tiempo de trilla



Las sociedades modernas, democráticas, se distinguen de las de antes, las gobernadas por autócratas en que los ciudadanos perciben sus libertades, y como no el derecho a expresarlas.

En las antiguas dictaduras, (la nuestra no es tan antigua) el derecho a expresar tus ideas siempre fue perseguido, salvo cuando tus ideas eran las mismas del régimen que te gobernaba.

En tiempos de Francisco Franco,  a nadie se le ocurría, salvo que fueras encapuchado y tuvieras un perfecto plan de huida preparado, gritar consignas contra el dictador, o reclamar derechos negados por la autocracia vigente. Si te pillaban en una de estas, lo menos era pasar unos días a la sombra, y de ahí hasta la pena de muerte por alta traición, en función del “delito” percibido, que cuando las sentencias las dicta alguien sin alma, de todo hay. A nadie se le ocurría pegarle fuego a la bandera del aguilucho, y mucho menos a una foto del caudillo, si se podía, se evitaba las manifestación publica de tus ideas y solo los cercanos a aquella forma de gobernar pegaban voces, siempre a favor de los que nos dirigían. Eran tiempos de “paz”, una paz artificial y maldita, insana, tiempos de rezos matutinos y de himnos victoriosos, de camisas azules y muchos “cara al sol”, que escondían detrás no pocos descontentos y sufrimientos.
Sus ideales, no...

Cuando llego a mediados de los setenta el tan esperado y ansiado fallecimiento de aquel cabo que terminó siendo nuestro generalísimo, para no pocos se abrió una puerta a la esperanza, a la racionalidad y todo el pueblo, menos los que amargamente lloraron su muerte sentimos un cierto alivio… y por que no decirlo, bastante alegría.

Nació una democracia lastrada por una monarquía pretendidamente moderna y alejada de la política, con un papel solo institucional, y que dejaría en manos del pueblo todos los poderes, eso si, blindándose para el futuro con idea de no perder la posición privilegiada impuesta a los españoles por aquel férreo dictador.

Al irse, antes de su forzado óbito provocado por su avanzada edad, lo dejó todo atado y bien atado… y la democracia, recién nacida, vio la luz con limites innegables marcados por una transición que se quiso fuera pacifica y consensuada.

Hoy, después de unos pocos años, aunque para los jóvenes sea algo del pasado, de la historia lejana de nuestro país, vemos y notamos como aquella democracia, aquella constitución que nos vino a dar derechos y deberes, adolece de defectos que han terminado llevando nuestro país a un lupanar de corrupción y de abuso de poder, curiosamente ahora que esta en manos de los herederos naturales de aquel que nos mantuvo sometidos y oprimidos durante más de cuarenta años.

Pero era una democracia a fin de cuentas. Y nos pusimos manos a la obra, había que construir un país de todos y para todos, había que romper el maleficio del daño que durante tantos años se había hecho en nuestras tierras y a nuestra gente.

Y nacieron las libertades, y con ellas los derechos, y poco a poco, fuimos construyendo, al menos en teoría, una sociedad igualitaria, donde la discriminación por razón de raza, sexo o religión no existe, donde la identidad sexual no es una barrera, donde el papel de la mujer está asegurado, donde las distintas regiones de España asumen un papel solidario y constructivo, donde…

En definitiva, lo que creamos fue una constitución llena de fallos, de erratas, que termina amparando a los que siempre han estado en el poder, que ha creado desigualdades casi insalvables, que mantiene la figura de un rey (y su saga) que como poco está fuera del tiempo que estamos viviendo, que protege la sinrazón política y que no nos garantiza un futuro digno, que no marca con claridad la separación de los poderes y… al presente me remito…

Una constitución que falla por sus pilares, que necesita de reformas urgentes, cuando no un derribo para edificar una nueva, garantista, que realmente entregue el poder al pueblo, que lo proteja de los abusos que hoy percibimos y ante los que nos encontramos en la indefensión, que elimine la figura de esa familia real, que en su momento tuvo sentido pero que hoy ya no lo tiene, que cree un verdadero estado federal, republicano, solidario, de igualdades y derechos afines para todos sus ciudadanos.

Barcelona, colapsada por la independencia...
Hoy, se ha celebrado la Díada Nacional de Cataluña, convertida, más que nunca, en un grito por la independencia de aquella región, país histórico, que nunca ha dejado de reclamar su “salida” del reino de España, al que sus políticos, que no sus gentes, odia, que viven en la creencia de que su separación seria ventajosa para su pueblo, que reclama una posición individualizada en Europa y que quiere que sus impuestos reviertan directamente en su zona.


Dicen los convocantes que han asistido a la manifestación más de dos millones de personas, y por la poca diferencia en el conteo de la policía, la cifra se acerca a la realidad.

¿Son todos los catalanes separatistas?, ¿todos quieren independizarse?, ¿ningún catalán se siente además español?

Claro que no, pero cuando se aprieta, se recortan derechos, se imponen restricciones, cuando las políticas se hacen contra el pueblo y no para el pueblo, el mismo se rebela, se crispa y grita, lucha contra la impotencia, pelea por lo que no pelearía en un estado que preservara su forma de vida, sus peculiaridades, su identidad…

Apetencias comunes en la mayoría de las comunidades autónomas que conforman la España que nos hemos dado.

Cualquier Andaluz quisiera los mismo para el, o los vascos, o los gallegos, o los canarios… el afán separatista, la protección de tu identidad, se refuerza en los momentos de injusticia social, cuando uno cree que el político regional de turno, mas cercano, es la solución de nuestros problemas.

Pura falacia, el político más cercano, en términos generales, es parte de un sistema manchado por la corrupción cuando no corrupto, es tan ambicioso como los que gobiernan la nación, se mueven en sus mismos ideales, con las mismas mentiras, con el mismo nepotismo…

Es difícil separar el grano de la paja…

Desde que gobierna el Partido Popular a nivel nacional, en los pocos meses que llevan ¿gobernando?... los espíritus independentistas se relanzan y se refuerzan, y es que el maltrato a los ciudadanos reclama una respuesta, que equivocada o no, va en línea de negar a este gobierno, de separarse de un país gobernado por la derecha más de derechas que se recuerda en España desde los tiempos de su mentor, el dictador Francisco Franco

Es el tiempo de la trilla, de ventear el grano, de eliminar pajas e impurezas, (y no me mal interpretéis, que no va contra Olvido Hormigos, a la que otorgo el poder de hacer con su cuerpo y en su intimidad lo que le apetezca, con quien le apetezca y cuando le apetezca, es solo una licencia lingüística como ejemplo de lo que pretendo explicar) de limpiar nuestra clase política y dejar solo a los de verdad, a los comprometidos con el pueblo, a los que no engañan, no roban y no se aprovechan, a los dirigentes que todos deseamos…

Es difícil separar el grano de la paja…

El aire, los nuevos aires, nos ayudaran en la tarea…

Jose Ramiro, bloguero