lunes, 10 de septiembre de 2012

De aquellos barros, estos lodos…



Recuerdo con un malestar enorme el tiempo en que España, de manos del inefable Aznar decidió entrar en aquella guerra de intereses para desbancar al que escondía las riquezas ansiadas por occidente, y que con la escusa (aun mantenida en ciertos foros) de que el dictador poseía armas de destrucción masiva nos llevó a apoyar una invasión que terminaría con el derrocamiento de Sadam Husein. Recuerdo las masivas manifestaciones contra aquella guerra y el rechazo de la gran mayoría de los españoles a intervenir en ella, y recuerdo las mentiras y falacias que nos contaban para dar justificación a lo que no lo tenia.

Hoy, tantos años más tarde, el resultado es una guerra fratricida, no reconocida como tal por occidente que mata un mínimo de cien personas cada mes, desde entonces. Tres personas diarias de media, que hay días que los atentados se llevan por delante cientos de vidas. En los últimos diez años, que va a hacer ya de aquella invasión, entre victimas directas de aquella guerra y las debidas a “daños colaterales, suman ya mas de 130.000 muertos.

En occidente, ahora se culpa a los sunitas, cuando no a los chiitas como responsables de las permanentes masacres, pero en realidad, damos la espalda a un problema, que de no haber existido aquella “tormenta del desierto”, aquella “madre de todas las batallas”, aquella guerra injusta, hoy no estaría ocasionando tantas victimas.

Se salvó el petróleo, verdadera razón de fondo de aquella guerra, y lo demás, son daños colaterales, inevitables cuando de salvar riquezas se trata. A su vez, las grandes compañías, no se si alguna española entre ellas, sacaron buenas tajadas trabajando en la reconstrucción de lo que sus propios ejércitos habían destruido. La hipocresía de los gobiernos occidentales es notable, y tenemos similares características en la invasión de Afganistán, donde se esconden en sus subsuelo riquezas minerales por valor al menos de tres billones de dólares, sin contar con probables yacimientos de gas y petróleo aun sin explorar, y a futuro, es fácil que lo veamos en otros países de la zona… Siria e Irán son dos buenos candidatos. Habiendo riquezas de las que apropiarse, la guerra no es más que una buena escusa para quedarse con ellas.

Los gobiernos occidentales son grandes expertos en evaluar los peligros de esos países (siempre que no sean amigos, es decir, que nos den trato de favor en la distribución de sus riquezas) y rápidamente se hace nacer la “amenaza” de una guerra a nivel catastrófico por el uso de armas químicas o atómicas, o el señuelo de ser matriz de terroristas, para tener la escusa perfecta e intervenir. Nunca se evalúan los “daños colaterales” de esas intervenciones, que, sistemáticamente cuestan miles de vidas (y en paralelo, el rechazo absoluto hacia la civilización occidental, retornando todos estos países al mayor de los extremismos)

La apropiación ilegitima de las riquezas de estos países esta detrás de cada invasión, de cada intervención de nuestros ejércitos de “paz”, oculta tras la cortina de humo de la amenazas terroristas.

Negar el terrorismo, por mi parte seria de no ser, como me considero, persona de razonar antes de opinar.

Existe, no tengo ninguna duda y en España estamos acostumbrados. Durante años, hemos tenido su máxima expresión en los etarras que han quitado vidas en la sinrazón de pretender la separación de su territorio de nuestro país. Aunque bien pensado, quizás el motivo de sus crímenes también este justificado por el negocio de sus coacciones a empresarios vascos, que bajo la amenaza e una muerte trágica, suya o de sus allegados, han estado financiando a esa banda de delincuentes con fuertes sumas dinerarias. Ahora, que el chollo se les va acabando, se mantienen en una tregua unilateral, pero sin entregar las armas, vaya que se les acabe la pasta y necesiten de nuevo recurrir al terror…

El terrorismo internacional, que no se por que no llamarlo directamente terrorismo islámico (que no es que todos los que profesan el Islam sean terroristas, como no lo son todos los vascos, sino que en la actualidad esa religión es la que da cobijo a las grandes bandas internacionales dedicadas al terror) es sin duda una amenaza para accidente… y también para oriente… son los causantes de la mayoría de las victimas mortales que se producen en estos países, arrebatados a sus legítimos propietarios y después abandonados a su suerte.

Lo que me pregunto es si ese resurgir del terror, llevado al extremo de segar vidas, ese extremismo resurgido contra todo lo que no sea igual a ellos, habría nacido sin las intervenciones militares de occidente en sus países de origen. Me pregunto si los atentados de las torres gemelas no fueron una especie de venganza por la intervención en Afganistán, o si se habría producido nuestro sangriento 11M caso de no haber apoyado la invasión de Irak…

Me pregunto si las intervenciones militares de entonces, no crearon nuestros enemigos de ahora.


Hambre en el mundo

Sin embargo, nuestros gobiernos obvian tragedias más cercanas, que son otro tipo de terror: el hambre y la sed de África, las limpiezas étnicas, las férreas dictaduras y los reinados dictatoriales de países que no guardan riquezas en su interior. A esos, no mandamos nuestros ejércitos, lo más, alguna ONG que se atreve a dar el paso de ayudar en esos conflictos donde no hay nada que ganar mas que la mejor vida de quienes los padecen. Ahí no hay armas de destrucción masiva ni se esconden células terroristas, no hay necesidad de intervenir militarmente porque todo esta ya destruido y no hay nada que reconstruir…

La hipocresía de nuestros gobiernos es notable…

Campos de refugiados, campos de miseria...
Gastamos inmensas fortunas en ayudar a los países que previamente hemos destruido, y a cambio, cerramos férreamente nuestras fronteras a los que nada tienen, a los que huyen de guerras intestinas que acaban con la población civil, a los perseguidos en sus países de origen, a los que huyendo de la miseria vienen buscando una mejor vida, o por lo menos una vida que vivir, a esos, los perseguimos y los desterramos, a los otros, los ayudamos y les regalamos infraestructuras, que cíclicamente, los terroristas, o los mismos ejércitos se encargaran de volver a destruir para volver a reconstruir…

Hipócritas…

Ciegos ante las miserias, avispados ante las riquezas… El negocio, manda…

Jose Ramiro, bloguero