domingo, 2 de septiembre de 2012

Libre albedrío



Las creencias, la fe, no tienen justificación física. Cada uno es como es. Cada uno cree en lo que cree. Es un estado mental
   
Esto, no nos hace mejores ni peores.

Entre mis conocidos, vecinos, familiares y amigos hay, como “en la viña del señor”, un poco de todo

Los hay de misa dominical, y los hay que no van a misa, los hay que creen firmemente en su dios y los hay profundamente ateos, los hay agnósticos, que profesan el Islam, el judaísmo y el cristianismo y otras religiones.

Dentro de estos, los hay moderados y los hay extremistas, los hay para quien la religión es solo un medio de contacto con la divinidad y los hay para quien solo es una costumbre, los hay que llevan a rajatabla la letra de sus textos sagrados y los hay que los usan como guía espiritual y poco más.

Y los hay de derechas y de izquierdas, liberales, fascistas, republicanos y monárquicos.

Los hay a quienes les gusta el futbol y los hay a quienes no les gusta, a quien les gustan las fiestas de toros y quien las repudia, quien prefiere una buena carrera de formula 1 y quien disfruta viendo un buen partido de tenis, e incluso los hay que no disfrutan con nada de lo anterior.

Cada cual es libre de defender, siempre desde actitudes y puntos de vista pacíficos y desde el respeto hacia los demás, sus creencias, sus hábitos y su forma de ver la vida. Cada cual es libre de pensar como piensa, y de actuar como actúa.  Eso nos hace personas. Es la máxima expresión de eso que llaman libre albedrío.

Y esto, el libre albedrío, es algo que cualquier gobierno, cualquier gobernante debería respetar casi como primera ley en su mandato. Sus leyes, sus decisiones, deberían estar limitadas por el respeto hacia las personas, deberían causar el menor daño posible, deberían favorecer las libertades y permitir que cada uno se exprese y sienta como quiera o como sus creencias les den a entender.

Comportamientos antisociales, la homofobia, la xenofobia y cualquier otra “fobia” que discrimine a un grupo de personas por cualquier razón son delitos contra la humanidad.

Como los son los actos de terrorismo, donde unos personajes, dicen que defendiendo no se sabe bien que ideales, imponiéndose por la fuerza y el miedo, siegan vidas, cometen crímenes, perjudican a sus iguales y los condenan a una sociedad sometida e injusta.

Este razonamiento vale igual para el terrorismo de ETA (afortunadamente ahora ya no cometen barbaries), los atentados islamistas o los de cualquier otro signo y para los actos de guerra injusta donde se pelea por las riquezas ocultas de los países.

Allí donde se pretenda imponer una creencia, una fe o una sociedad coercitiva, allí donde se recorten las libertades del pueblo con el miedo, con la violencia, allí donde impere la injusticia, se estará cometiendo un acto terrorista.

Y viéndolo así, me asalta una pregunta, digamos que delicada: ¿no es terrorismo la forma de gobernar de este gobierno?

Entiendo que si.

Sus medidas atacan al pueblo, lo someten, coartan libertades, llevan a la pobreza y a la discriminación, son xenófobas y clasistas, injustas. Imponen una política de recortes que solo afectan a una parte de la población, condenan al pueblo al miedo al futuro, al desempleo y al hambre.

Son todo un atentado contra el estado del bienestar, Es terrorismo económico, pero terrorismo a fin de cuentas.

Sus victimas son los condenados a la pobreza, los que no tienen nada que llevar a su casa, los que no pueden dar estudios a sus hijos, los parados, los jóvenes que no tienen futuro, los viejos a los que le han robado el pasado, los jubilados y los pensionistas, los enfermos y los que han cometido el delito de no ser españoles, los inmigrantes, los pobres…

Todos a los que de una u otra manera les afectan las desproporcionadas medidas adoptadas para salvar bancos y empresas, las subidas de impuestos y el encarecimiento de los bienes más esenciales, la responsabilidad sobre una deuda que no es pública y las leyes que coartan libertades.

Casi todos somos victimas de ese terrorismo.

Y los culpables, los terroristas de estado, campan a sus anchas, libres, orgullosos de las medidas que están tomando, en el convencimiento de que los están haciendo bien, que lo hacen por su pueblo, por su gente, como ETA lo hacia por la libertad del pueblo vasco…

Nunca defendí, por indefendible, ni justifique a ETA, como tampoco puedo defender o justificar a estos.

Aquellos cometieron delitos de sangre, y estos, a la larga, también, aunque de forma más sutil, velada… Sus muertos se producirán por hambre, por necesidades, por la inmundicia en la que están sumiendo nuestra sociedad, por defender una sociedad perdida, nuestra, robada…

No Irán nunca a la cárcel, nunca serán condenados, nunca Irán a juicio por sus delitos, nunca serán culpables de nada ni necesitaran el mandato de un juez para moverse en libertad.

Delincuentes, terroristas…

Económicos, si, pero terroristas…

Jose Ramiro, bloguero