sábado, 1 de septiembre de 2012

Los hijos preferidos



La propiedad privada es algo que reconocen nuestras leyes y las de casi cualquier país moderno.
   
Esto nos hace poder se los dueños de nuestros coches, de nuestras casas, y de las cosas que en el devenir de la vida vamos acumulando, bienes, que conseguidos con nuestro esfuerzo, bienes que valdrán para nuestro disfrute y para el de nuestros herederos, si los tenemos.

La contrapartida de ser propietario, es que uno responde con sus bienes ante cualquier deuda o pago que hubiese que hacer.

Cuando te compras una casa, no solo  comprometes la vivienda recién adquirida con el banco, sino que la ley hipotecaria prevé que respondes con el resto de tus bienes y de los bienes de tus posibles avalistas hasta condonar el crédito concedido. Igual cuando te compras un vehículo o cuando efectúas una compra a plazos.

Así, también eres responsable del daño que pudieses provocar a terceros, que sabiéndote propietario de bienes, podría exigir una compensación por el daño recibido al que responderías con tus pertenencias.

El estado, La Hacienda Publica y los organismos oficiales como la Seguridad Social, también funcionan así, y bien podrían embargarte tu coche o tu casa o cualquier otro bien, incluso dinerario, si te has convertido en deudor por alguna causa.

Esto vale para personas físicas y también para personas jurídicas, como las sociedades anónimas o limitadas y como no, para las pequeñas empresas que tantas veces está en manos de autónomos y emprendedores, sea cual sea la forma jurídica elegida.

Es una buena norma en manos del estado, que lo protege de posibles fraudes y que persigue al mal pagador e incluso al fracasado, que no pudiendo hacer afrontar los múltiples pagos de obligado cumplimiento, las obligaciones fiscales y las cargas derivadas de la marcha de un negocio, termina cerrando, quedándose en situación de insolvencia (aunque las anotaciones de embargo, si existen, no desaparecerán hasta dar satisfacción a esas deudas).

Lo injusto, es que este conjunto de leyes no se aplica por igual a todo el mundo.

Hay favorecidos, como las entidades deportivas, que mantienen deudas millonarias con la seguridad social y ni son embargados ni denunciados por ello, mas bien, se negocia y se renegocia esa deuda a fin de que puedan seguir prestando ese “servicio social” tan reconocido por los gobiernos de este país. El espectáculo es el espectáculo...

Hay, quien a pesar de haber defraudado una y otra vez al fisco, quien a pesar de haber engañado una y otra vez a los accionistas que confiaron en ellos, siguen en libertad, viviendo del fruto de sus robos y engaños. Hay quien tras haber estafado, prevaricado, y haberse enriquecido ilícitamente, siguen paseándose por las calles de nuestras ciudades y pueblos con la cabeza alta, con el gesto chulesco de quien se sabe protegido.

Y hay empresas, sociedades de capital, como los bancos, a los que estas leyes ni les afectan ni van con ellos. Empresas, que tienen detrás nombres y apellidos, gerentes y directivos, accionistas y consejeros, propietarios, responsables de… nada, responsables de ficción.

Cuando un banco, mal gestionado, que ha gastado en la financiación de obras absurdas o en hipotecas no garantizadas los ahorros de sus clientes y accionistas, que ha prestado dinero a sus propios gestores o familiares a interés cero, que ha condonado deudas provenientes de prestamos a partidos políticos y entidades publicas, que han especulado con el dinero de los ahorradores en juegos de bolsa de alto riesgo, que lo han perdido todo y ya no tienen con que responder, el Estado, padre de todos, demuestra que sus hijos preferidos son esos, los que engañan, los ladrones, los malos gestores, los timadores y los que han asumido riesgos “por encima de sus posibilidades” y condena a todos los ciudadanos a convertirse en garantes del pago de las deudas contraídas.

El argumento de base, es que la banca de un país tiene que estar sana, pues son la vara de medir que utilizan, junto con otros argumentos, las grandes agencias de calificación.

De ahí, la creación de un banco malo, que no es mas que un instrumento de socialización de perdidas, para dejar solo los activos buenos en manos de los todopoderosos bancos, para darles fuerza y buena imagen en los mercados.

No conozco aun el caso de una pequeña empresa, que bien por la crisis, o incluso por la mala gestión de sus dirigentes haya sido rescatada por el pueblo, a quien se le haya ayudado a pasar el bache asumiendo su rescate con el dinero de todos, no conozco a ningún ciudadano que no pudiendo pagar su hipoteca haya recibido ayuda estatal, no conozco a ningún desahuciado al que le hayan facilitado el acceso a una vivienda digna ni conozco leyes que te protejan de la pobreza y del hambre.

Salvar la banca…

Está bien, pero no a costa de enfermar la sociedad.

No somos responsables de esa deuda, no somos responsables de sus desmanes, de sus malas inversiones, de los favores a políticos y gente de mal vivir, a constructoras y promotoras, no somos responsables de sus fallidos créditos a proyectos faraónicos sin futuro, no somos responsables de la financiación de entidades poco productivas o deficitarias, no somos responsables de los altos salarios de sus gerentes y consejeros, ni lo somos de sus planes de pensiones o blindajes revestidos de corruptela.

No somos garantes de sus deudas, como no somos garantes de la hipoteca de nuestro vecino, a la que responde el y su familia si plasmaron la firma como avalistas, ni lo somos del comerciante que cerró su negocio por causa de la crisis debiendo algún dinero a sus proveedores.

¿Por qué entonces el estado nos compromete?

¿Por qué nos hace responsables?

Y sobre todo… ¿Por qué lo consentimos?

Lo estamos pagando ya, con recortes, con bajadas de sueldo, con desempleo e impuestos abusivos, con hambre y necesidades, con empresas cerradas y desesperación, con un IVA desmedido que nos ahondará en la crisis, con injusticias sociales y una creciente derechización de la política, con la discriminación y la xenofobia, con la negación de la sanidad para muchos y con mermas en nuestro sistema educativo…

En estos días, se hará efectivo el rescate europeo de nuestra banca, generando un crecimiento del endeudamiento de nuestro país enorme, de unos 100.000.000.000,00.-€ y todos, absolutamente todos seremos responsable de su devolución, nosotros y nuestros descendientes, que recibirán a nuestra desaparición una herencia maldita, unas obligaciones de pago que no les corresponderían por ley natural, pero que el estado, nuestro “padre”, les habrá endosado.

Y nos acusan de ser nosotros los que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades…

¿Por qué lo consentimos?...

Jose Ramiro, bloguero