martes, 24 de julio de 2012

El egoísmo del Gen


Richard Dawkins (Nairobi 1941), etólogo y zoólogo de más que reconocido prestigio, y profundamente ateo, publico en el ya lejano año de 1976 un libro revolucionario entonces, “El gen egoísta”. Hablaba de los genes, y lo hacia humanizándolos, dándoles unas capacidades en cuanto a la evolución de la especie, que para los creyentes en divinidades y creadores, sonaban a enorme herejía. Entre líneas, podía deducirse la poca necesidad de los seres vivos de un ente creador.
 
En sus paginas, se aprecia que la evolución, no necesita trucos ni amañamientos, son nuestros propios genes los que, utilizando los cuerpos como puros contenedores, cual herramienta necesaria, deciden lo mejor para ellos.

Ya sabemos que la carga genética de cualquier ser vivo es como las letras sueltas del juego del Scrabble, que una a una no dicen nada, pero que debidamente conjuntadas van formando palabras, cada vez mas complejas, en combinaciones a veces inexplicables. Palabras, que a veces son bellas, y a veces son irreconocibles. 

Es complejo de entender el principio que rige esta determinación de los genes, que no es mental ni meditada, y en la que entran en juego factores como el azar, la mezcla de razas, y las condiciones externas. Tanto es así, que la misma complejidad termina produciendo errores frecuentemente, pero, la naturaleza, -ya se dice que es sabia- se encarga de enmendarlos, favoreciendo los aciertos y destruyendo los errores.

No es que el error genético no pueda prosperar, que a veces ocurre, sino que con el tiempo, todo aquello que no es favorable para un ser viviente se va diluyendo hasta desaparecer.

Por tanto no es  preciso decir, que somos lo mejor que la naturaleza ha podido hacer por nosotros, lo que teniendo en cuenta el poco tiempo que a escala universal llevamos en el planeta, ya es bastante. 

No somos perfectos indudablemente, pero si les damos tiempo, los genes, nuestros genes, Irán colocando cada cosa en su sitio y determinando un sitio para cada cosa. Irán escribiendo qué y como tenemos que ser, hasta componer la mas bella de las poesías.

En el camino, irán quedando los errores, las extrañas mutaciones que se producen fruto de la (mala) suerte, y de los millones de millones de combinaciones posibles.

En el mundo moderno, hay factores externos que luchan contra esa determinación natural que nos hace andar en el sendero de la perfección.

Hablo de las guerras, de las enfermedades, de los abusos del entorno natural y del desprecio del ser humano por todo lo que lo rodea, hablo de un factor externo y maléfico, Un factor que es claramente una tara genética ya que no favorece la dispersión de la herencia, sino la destrucción consciente de lo diferente. Hablo del egoísmo del gen.

Un egoísmo, que se propaga entre personas que huyen del impulso natural de la humanidad, doblegándola y controlándola.

Un egoísmo que hace que determinados seres se sientan superiores y defiendan su yo y su entorno como lo perfecto, rechazando aquello que no se les asemeja.

Un egoísmo que hace a esos seres tomar medidas que van claramente en contra del bien común, siempre que, según ellos, proteja su clara superioridad.

Un egoísmo contra natura que no favorece al ser, sino a las mentes perversas y pervertidas de algunos.

Hay un impulso en todo ser pensante, que nos conduce a desear la inmortalidad.

Todas las creencias religiosas, abundan en ejemplos de ello.

Unas prometen la resurrección, qué es como una inmortalidad aplazada.

Otras hablan de reencarnación, de forma que cada ser, mutando en forma y lugar permanece vivo para siempre.

Otras, prometen una vida más allá de la vida, donde el ser permanecerá vivo y consciente hasta la eternidad.

Dawkins desmitificó en sus textos todas estas fantasiosas teorías, y nos demostró que los seres vivos, todos los seres vivos, somos inmortales.

Es nuestra carga genética, la que transmitiéndose de padres a hijos, la qué nos permite esa inmortalidad. Son nuestras características mas ventajosas las que generacionalmente van asentándose en cada nuevo ser.

Somos realmente inmortales. Nuestros genes son inmortales…

No hay que preocuparse. La naturaleza nos lleva por el buen camino.

Todo lo demás es anecdótico, pero desde la perspectiva de nuestras cortas vidas, preocupante.

En España, tenemos una buena carga genética. Gente sana, buenos deportistas, comprometidos con la naturaleza (casi todos), gente inteligente y que disfruta de la vida, altruista, acogedora…

Pero, hoy por hoy, errores de la naturaleza, estamos gobernados por una extraña gente, mutación negativa, a la que no podemos darle toda una eternidad para que desaparezca.

No se puede explicar de otro modo como van poco a poco destruyendo un mundo que existía y que avanzaba por el buen camino.

No se puede explicar como le dan prevalencia a lo dinerario sobre lo humanístico.

No se pueden explicar medidas tendentes a destruir la salud de los ciudadanos, ni las que en base a una reducción de los medios, proponen una educación mermada y elitista.

No se puede explicar el anacronismo legislativo que supone luchar contra leyes y derechos asentados en nuestra sociedad desde hace ya tanto tiempo

No se puede explicar que para favorecer la opinión de unos pocos, retrógrados, acampados en una sociedad feudalista y servil, se perjudique a la mayoría del pueblo.

No se dan cuenta, que su inmortalidad no existe. La naturaleza se encargará de destruir esa carga genética defectuosa de la que son portadores.

Aunque igual es el resto de la humanidad, aquella que si acarrea una carga genética favorecedora para la especie quien, al tomar conciencia de los hechos, los destruye antes.

Nosotros, los humanos, en nuestra consciencia, tenemos esa posibilidad de alterar el curso de la naturaleza.

No siempre nos sale bien, pero…

No permitamos a los portadores del egoísmo genético adueñarse de este mundo.

Dejemos a los genes, a los buenos genes, ser egoístas. Lo son por nuestro bien…

Jose Ramiro, bloguero

Resignación o muerte...


Son las 06:00 AM.

Acaba de sonar el despertador

Siguiendo mi rutina diaria, me dejo caer lentamente hacia el suelo, donde el frío de las baldosas ayuda a despertarme.

Pongo la radio. Solo hay ruido blanco. Ninguna de las emisoras de costumbre está emitiendo. Hasta eso controlan…

Intento recordar que día fue ayer. No estoy seguro… Uno más, que más da…

Las primeras luces empiezan a introducirse a través de la ventana. Parece que va a ser un día luminoso. Los primeros rayos de sol van lentamente posándose en la pared del dormitorio y empiezan un caminar como de caracol, lento, pausado, sin prisas, dejándose llevar por el lento tic-tac del reloj. Qué largos se me hacen los días…

Bueno, es hora de ponerse en marcha., ¡Arriba!... Con el esfuerzo necesario de los años acumulados en mis articulaciones, inicio el gran rito del estiramiento. Venga, en pie, la cintura parece que me duele menos que ayer, seguramente fruto del calor y de este clima seco… Las rodillas, …las articulaciones se quejan en esos primeros movimientos, chirriando, advirtiéndome de la falta de engrase que significa mi edad. Brazos, hombros, cuello…Vale, no estamos peor que otros días.

En el baño me espera una tonificante ducha que terminara por despertarme. Vamos… ¡Qué raro!, otro día qué no hay agua… Estarán haciendo alguna reparación, aunque no sé… seguro. Bueno, un café no me vendría mal mientras espero.

En el fogón, mantengo una antigua cafetera de las de hervir el café mezclado con achicoria. Vamos, caliéntate ya, que te necesito…

Vierto un líquido espeso, pastoso y humeante, de aroma incalificable, en la misma taza donde lo tomé ayer. Mi taza. Pienso que soy un poco maniático. En otra taza sabría igual, pero no me resisto a mis hábitos. El hueco de mis manos hace años que se adaptó a su forma y la reciben como a un ser querido.

Que gusto, que calor tan agradable se desliza desde mi garganta buscando el hueco de mi estomago aun vacío… ¿Cuándo comí la ultima vez, así en serio?... no recuerdo…

¿Habrá ya agua?... Pues no, aun no ha vuelto… y lo peor, no sabemos si volverá… Igual, si me doy un paseíto, a la vuelta ya puedo ducharme… Si, será lo mejor.

La ropa… bueno, tampoco tengo mucho donde elegir… las zapatillas de todos los días y una de mis pocas, poquisimas camisas… esto estará bien para el paseo.

¡Joder!,  la escalera esta me mata. Mis articulaciones ya no están para esto, pero ¿donde voy a ir…?

Esta la mañana fresca, pero ese cielo despejado y el sol cada vez más alto y potente me dice que terminaremos teniendo otro día caluroso.

La calle esta vacía. No se ve ni un alma. Igual me he levantado antes de tiempo, o el despertador ha fallado…

Hombre, allí, a lo lejos, veo aparecer tras una esquina una sombra, larga y delgada, que anuncia que tras ella viene alguien… Otro madrugador… Este es de los míos… Míralo, delgado, poco más que un saco de huesos, martirizado por su propia vida…

Pensándolo bien, debería aprovechar que es tan temprano para hacer las labores de avituallamiento. Después, como todos los días tendré que esperar cola, y eso siempre significa un riesgo añadido…Si, en vez de volver, vamos a ver que encuentro hoy.

Lentamente, aprovechándome de la soledad, me voy aproximando al barrio de los otros. Allí, siempre es fácil conseguir algo. Tienen tanto, que tiran hasta lo comestible. Si, allí seguro que encuentro algo. Ayer, por tardón, no pude llevar nada a casa…

¡Que cabrones! Ellos nadando en la abundancia y nosotros… nosotros aquí, esclavizados, hundidos en la pobreza y en la miseria… pero claro, al menos nos permiten rebuscar entre sus desechos… De qué si no íbamos a vivir…

Que asco, que injusticia de mundo. Antes, cuando sufría estos fuertes dolores, tenía la opción de medicarme, ahora… Eso solo es para los otros, nosotros ahora no tenemos esos derechos…

Morimos como ratas, en cualquier parte, tirados y abandonados por la naturaleza… y en el fondo creo que eso es lo que quieren, exterminarnos. Que desaparezcamos. Somos un estorbo…

Siempre me he preguntado como hemos llegado a esto… ¡huy!, por cierto estos posos de café parecen todavía aprovechables… los voy a recoger, que aquellos ya están un poco, digamos… usados, Je je je.

Menos mal que estoy solo en el mundo. No soportaría ver a mi familia pasar por esto…

Ellos, los otros, si que tienen vida… Sus médicos, sus diversiones, más comida de la que son capaces de devorar, sus colegios y universidades, sus casas rebosantes de riqueza y esos coches despampanantes… Yo una vez tuve uno. No era tan grande ni tan lujoso, era viejo y quejumbroso, como yo, pero ahora, me ahorraría estas caminatas insanas para mi salud…

Fuera, dicen que hay opciones, en otros países, pero están tan lejos, y además, ¿como llegar allí? Sin dinero no es posible… Ellos, los otros, si que pueden. Viajan en avión, cómoda y rápidamente a cualquier parte del mundo…

Resignación o muerte, que decía mi padre…

Algún día, me rebelaré… Estoy cansado de tanta miseria.

Algún día, voy a pelear por lo que es justo, por derrocar esa riqueza que nos comprime, nos humilla y nos mantiene alejados de la verdadera vida…

O quizás, algún día, termine con mis días como única forma de acabar con tanto sufrimiento.

O tal vez, si me armo de valor, hablo con esos que dicen que son capaces de sacarte de aquí. Ya se que cobran mucho y no tengo, pero cualquier cosa mejor que seguir así… es una aventura que igual me decido a correr…

¡Hummm...! ¡Qué apetitosos restos de pescado…! No es que huelan muy bien, pero mi estomago seguro que lo aguanta… je je… Peores cosa le he echado dentro y mira, fuerte como un toro… un toro viejo y delgado si, pero fuerte…

¿Qué me diferencia de uno de ellos, de los otros…? Somos casi iguales…

Claro, ellos con esa vida cuidada que tienen presentan un aspecto más saludable, y más limpio, tienen mucha ropa, no les falta el agua ni los buenos perfumes, y se afeitan y acicalan a diario, no como yo…

Al menos, si fuera mujer, podría prostituirme. Ellos, los otros pagan por eso… te dan comida y ropa de la que les sobra…pero a mi edad y siendo varón…

Definitivamente, me voy a aventurar. Mañana, cuando salga el sol, iré a ver a esos, a ver cual es el plan para salir de aquí… Ya no aguanto más…

Creo que si tuviera hijos, o nietos, los mataría antes que verlos así, como yo…

Resignación o muerte...


Esto es una fantasía literaria, que nada tiene que ver con la realidad… O si.

Bien podría ser parte del diario de un subsahariano… o de un jubilado español o griego o… en el futuro… No me atrevería a negarlo…

Jose Ramiro, bloguero