viernes, 6 de julio de 2012

¿Y si nos levantamos? Alternativas al naufragio.


Estamos en una situación altamente complicada. Al menos es altamente complicado entender lo que pasa.

Cuando hablan los grandes economistas, dicen que esto no es una crisis al uso, que no es una crisis económica,  que es una crisis financiera.

Debe ser cierto, cuando los que nos han metido en ella son eso, financieros.

La gran culpable de nuestra situación es la banca. Una banca, que en los buenos momentos, cuando la gran explosión constructiva asoló este país, concedieron créditos altamente peligrosos, que, en su impago, nos están arrastrando a todos a los límites de la pobreza.

De una pobreza ficticia, ya que el dinero que entonces dieron, si no se ha recuperado como tal, si lo ha hecho como bienes en desahucios y cancelaciones de deuda. Estos son los “Activos Tóxicos” de los que tanto nos hablan. Los bancos, en origen, son almacenes distribuidores de dinero, no de ladrillos., que es lo que son ahora.

Dieron créditos  promotor en tal cantidad (de operaciones y de Euros) que, tras la caída de las grandes constructoras (y de las pequeñas también), se han cargado con tal montaña de metros cuadrados de terreno, urbano y urbanizable, que se han terminado convirtiendo en grandes terratenientes.

Por otra parte, al ciudadano normal, cuando necesitaba una hipoteca, (aun cuando no la necesitaba, desde los grandes centros de telemarketing se las ofrecían una y otra vez en una avariciosa pesca de clientes) se le otorgaba sin que tuviera que cumplir ningún requisito especial: nomina, si era muy dudoso garantía de algún familiar o amigo, y poco más. Además, con una valentía que raya con la imprudencia, si el bien a hipotecar valía x, te ofrecían el 110 ó el 115% del valor total. ¡Que alegría! ¡Como fluía el dinero!

Cuando la tremenda burbuja exploto, pues lo mismo, a cambiar activos dinerarios por ladrillos, hasta convertirse, además de en terratenientes, en agencias inmobiliarias.

Y como alguien había dicho por aquel entonces que la inversión inmobiliaria nunca perdía valor, pues se pusieron a intentar vender esos activos a los precios de origen, sin conseguir vender prácticamente nada.

Sí perdía valor, porque el valor de un bien inmobiliario, como el de cualquier otro tipo de bien lo marca la ley de la oferta y la demanda. Cuando hay exceso de un producto en el mercado, los precios se caen…Ley natural que no quisieron ver o más bien, que en un afán de lucro insano, incumplieron intentando rescatar el valor de aquellas operaciones fallidas.

La consecuencia de todo esto, la pagamos hoy.

Hoy, aquellos bienes que se sobrevaloraron, en muchos casos no valen lo que se pagó por ellos, y en más de ellos, no valen nada…

El dinero que estaba en los bancos, sigue en los bancos, aunque en muchas ocasiones haya cambiado de titular. Desde este punto de vista, aquellos analistas tienen razón, no es una crisis económica, ya que el valor neto patrimonial (efectivo + bienes) de los bancos no ha variado. Es una crisis financiera, provocada por una mala gestión bancaria del crédito.

Por otra parte, cuando las vacas del ladrillo dejaron de dar leche, otro negóciate asomo a las puertas de las agencias bancarias: la financiación de la deuda soberana.

Bien es sabido, que todos los países tienen un déficit de caja abrumador (no se si es el termino contable adecuado), que se produce por desajustes propios de su funcionamiento. Una vez puestos en marcha los presupuestos, donde en teoría los gastos e inversiones deben estar compensados por los ingresos previstos, el más mínimo fallo en las apreciaciones iniciales, hace que se necesite financiar los programas presupuestados.

Esto, es bastante normal y rutinario. El estado vende una promesa de pago, a un plazo determinado y con un cierto interés a quien le preste dinero para llevar a cabo sus planes.

Hete ahí que los bancos, que se financian a intereses bajísimos, “comprenden” de repente que el negocio no es el ladrillo, que por otra parte ya no se movía, sino comprar esa deuda en “el mercado de valores”, donde el valor de los intereses los mueve la especulación, y si de algo saben los banqueros y financieros, es de eso.

Se produce por tanto un cambio en la dirección del crédito, que ahora no fluye hacia empresas y particulares, sino hacia un “cliente” mucho más seguro: El Estado. Mas seguro, porque los garantes de esos valores que compran a un interés de usura somos los ciudadanos.

Como bien que el “error” en los presupuestos se asume ya en la aprobación de los mismos (rara vez se gasta menos de lo que se recauda), además, no es que los bancos financien, sino que refinancian al estado, en una espiral donde la deuda crece en base a los intereses no pagados y acumulados.

De ahí las políticas de recortes e impositivas. Hay que pagar lo que nos han prestado, entre todos, a lo que nos toque. Y llego a pensar que cuando no es con dinero, lo estamos pagando con “favores”.

Pues algo deberíamos hacer.

Dice una ley no escrita, que el buen negocio es aquel en el que ninguna de las partes pierde.

No es el caso. Ahora, en este negocio que se traen entre manos estados y bancos, existe un gran perdedor: El ciudadano, que, no siendo culpable de esta historia, se ha convertido en el pagador final.

Consecuencia: el país, gran barco en el que todos navegamos, se está yendo a pique, y los oficiales y el capitán, han saltado por la borda.

Intentemos salvarnos del naufragio.

¿Qué podemos hacer?

Bien, pensemos en alternativas…

Es un problema político, ya que con las decisiones políticas adecuadas, y no digo que no haya que apretarse un poco el cinturón, podríamos salir de esta, pero falta la “voluntad política” para ello.

Si es un problema político, lo fácil es pensar en alternativas políticas.

Hoy, España esta capitaneada por un partido de derechas, el PP, que como es evidente hace políticas de derechas. Todo se dirige a la salvación de los grandes capitales en detrimento de la gente normal, de sus salarios y sus derechos, que ni sabe, ni entiende, ni es responsable de “la crisis”. Si acaso, esta gente normal es victima de la misma…

Por otra parte, el PP está en el gobierno porque democráticamente han ganado esa responsabilidad, y digo responsabilidad, porque gobernar no es un premio, sino un compromiso para con el pueblo, en las urnas, y solo las urnas pueden quitársela…

Cambiar el gobierno, por tanto no es posible, salvo que mediara una dimisión del presidente, cosa poco probable. Más, cuando cuentan con mayoría suficiente como para tumbar cualquier medida parlamentaria en esa dirección, y ni siquiera una moción de censura prosperaría en esta situación.

Intentar refrendar al gobierno con una consulta popular tampoco parece viable, ya que los votantes de este partido, ciegos al daño que hoy se le está produciendo al estado, a nuestro estado del bienestar, apoyan fuertemente las medidas que se están adoptando, aun siendo dañinas para ellos mismos, y justifican cualquier medida en el convencimiento absurdo de que, con el tiempo, dará buenos resultados.

No podemos cambiar el gobierno.

Podemos esperar al final de la legislatura, y con algún partido político que ahora fuera realmente opositor, y lo fuera demostrando con hechos y no con palabras durante la espera, intentar ganar en las urnas lo que ahora hemos perdido.

Pero, tampoco existe ese partido…

Pocas alternativas más se pueden barajar. Esperar, y que la suerte nos acompañe.

O tal vez, si podemos hacer algo...

Levantarnos.

Ponernos en pie y actuar. Dejar de ser permisivos con nuestros gobernantes y forzar su salida. Reconstituir políticamente España.

La transición, ejemplo pacifico donde los haya, nos ha traído hasta aquí. Ahora nos tenemos que refundar como país.

Pensemos…

Mañana, o un día cualquiera, pero pronto, el pueblo, autentico soberano, debe rebelarse. Debe parar el país, laboral y económicamente.

Empecemos por mover nuestros ahorros y capitales de la banca convencional a la banca cívica, que funcionando sin ánimo de lucro, hace fluir el crédito en las direcciones correctas.

Dejemos sin financiación a los bancos, que con nuestro dinero re-re-refinancia los estados haciendo el gran negocio mientras los dueños de ese dinero empobrecemos irremediablemente.

Declarémonos insumisos fiscalmente, negándonos a pagar impuestos injustos y mal equilibrados.

Después, cuando judicialmente intenten controlarnos declarémonos en huelga laboral indefinida.

Aunque parece imposible, no lo es. Y así, hasta que se vayan.

Lo pueden llamar resistencia pasiva, e inculparnos en tal delito, pero un país entero no puede ir a la cárcel.

No le “financiemos” su estatus a gobernantes interesados en el gran capital y no en el pueblo.

Hagamos nacer una nueva España como República.

Consigamos separar de verdad los poderes del estado.

Eliminemos la corrupción que nos rodea y juzguemos a corruptos, ladrones y estafadores, sean políticos o no.

Dejemos quebrar los bancos que son los causantes directos de esta situación

Eliminemos una curia  política que nos maltrata y se aprovecha de la fuerza de nuestros votos para mal gobernar el país.

Dejemos entrar sangre nueva en los más altos estamentos. Nueva, renovada, trabajadora, del pueblo y para el pueblo.

Podemos…

Levantémonos a la voz de ¡YA!...

Nadando, se termina por llegar a la costa…

Jose Ramiro, bloguero