lunes, 30 de julio de 2012

Los colmos del colmo…


Era yo muy jovencito cuando estaba de moda hacer chistes fáciles que siempre empezaban por ¿Sabes cual es el colmo de…?

Estos “chistes”, no siempre dotados de la suficiente gracia como para hacerte reír, (aunque en aquellas edades uno se reía de todo, hasta de su misma vida) siempre terminaban con alguna barbaridad imposible, que refrendaba la existencia de esa cosa que ya no podía ser más grande, más alta, más tonta, o más lo que fuera…´

Y es que la imaginación infantil, da mucho de sí, y era fácil imaginarse, como si de una realidad se tratara, a un señor que en el colmo de la paciencia metía una zapatilla en una jaula y esperaba, día tras día, de forma incansable, que empezara a cantar cual jilguero, o a un hombre, tan bajito, tan bajito, que cuando le pisaban un pie, le dolía la cabeza.

Eran fantasías infantiles, y con la llegada de la pubertad, empezábamos a comprender que estos “colmos” eran imposibles.

Aunque, leyendo el famoso libro de los récords, piensa uno que aquellos chistes, aunque en otro formato, siguen de moda. Récords imposibles y a veces cargados de idiotez con el solo fin de tener unas pocas líneas en un libro lleno de tonterías…

Pero así es la vida, siempre te sorprendes cuando alguien va más allá de lo razonable, cuando alguien sobrepasa los límites de lo posible, cuando alguien comete una barbaridad.

Yo últimamente, creo que el Guinness World Récords anda buscando nuevos recordsman  y los esta buscando aquí, en España. Debe “vestir” mucho aparecer entre las líneas del librito este, porque no se entiende de otra forma la constante contienda existente entre dirigentes, políticos y otras gentes del mal vivir por conseguir el colmo de los colmos.

El colmo de la sinvergonzonería y la desfachatez con la que Carlos Dívar exige una indemnización de mas de 200.000 € después de haber estado gastando dinero publico indecentemente, amparado en una “normativa interna” que se lo permitía.

El colmo del descaro y la injusticia social del Consejo General del Poder Judicial, al debatir si se lo dan y solicitar una ampliación de su presupuesto para poder hacerle frente (con dinero de todos los españoles), amparándose en una ley injusta que le concede tal prebenda.

El colmo del derechismo cristiano exacerbado de Gallardón al proponer la modificación de la ley del aborto, defendiendo el derecho a la vida de los que probablemente no tendrán más vida que el sufrimiento, suyo y de sus progenitores, no permitiendo la libre elección de ese sacrificio.

El colmo de la hipocresía, rayano en una actitud nazista, del mismo personaje al pedir la esterilización forzosa de los discapacitados, a los que su iglesia les niega incluso comulgar en Dios.

El colmo del desprecio hacia los desfavorecidos visto en Esperanza Aguirre al eliminar de un plumazo la escolarizacion de niños autistas en centros de atención temprana, reservando ese trato especial solo a los hijos de los ricos.

El colmo de la avaricia de una religión donde una pobres monjitas, se lucran con la comida donada para los pobres, revendiéndosela a estudiantes que la pagan bien pagada.

El colmo del aprovechamiento del pueblo cobrando dietas, salarios y resalarios a todas luces desproporcionados, desmerecidos e injustos.

El colmo de la defensa de los corruptos desmontando, desmantelando los departamentos anticorrupción que han logrado la imputación de alguno de sus iguales.

El colmo del desamparo de los poco pudientes, al elevar las tasas judiciales e impagar a los abogados del turno de oficio, consiguiendo la indefensión del ciudadano con pocos o ningún medio.

El colmo de la sordera de todo el gobierno al no oír a sus ciudadanos que le piden de voz en grito que se vayan, que convoquen elecciones ya.

El colmo del favoritismo descarado por la Santa Madre Iglesia al votar contra una resolución que solo pedía que se igualara con el pueblo que pastorea.

El colmo de …, de … no se como llamar a la rebaja planteada de un 10% de las pensiones de nuestros jubilados.

Estoy seguro, que en realidad, todo esto es una estrategia con la que intentan conseguir el gran récord, el gran colmo entre los colmos. Vestir a España y los españoles de una idiotez, de una pasividad y un consentimiento que no se corresponde con la realidad.

Como muchos de los récords que se reflejan en el Guinness, este, esta amañado, comprado por los que quieren una España empobrecida y fácilmente controlable, una España de los privilegiados y al servicio de ellos, una España rota y vuelta a unir con ese pegamento que tan bien saben utilizar del “Una, Grande y... ¿Libre?”.

Quizás, deberíamos ayudarlos a batir un récord que nos llenaría de satisfacción a la gran mayoría: Que este gobierno déspota y dictatorial, injusto y corrupto sea el gobierno que menos ha durado de nuestra corta historia democrática.

Este no seria un récord amañado. Seria real. Tan real como aquella imagen fantasiosa de la zapatilla en la jaula que todos terminábamos viendo cantar…

Jose Ramiro, bloguero

domingo, 29 de julio de 2012

El sentido de la proporcionalidad


* Leer nota aclaratoria para mis lectores al final del artículo.

En las fiestas de cumpleaños domesticas, donde reunidos los familiares y amigos con el “cumplidor” se trata de celebrar y pasar un buen rato, siempre llega un momento de cierta complejidad, que es el de repartir la tarta.

Se hace un cálculo rápido, y tras contar a los asistentes, se decide el tamaño de las porciones. Como bien que en estos casos no usamos reglas ni calculadora, los trozos serán aproximadamente iguales, con  tan pequeñas diferencias que no harán envidiar al que recibe uno un poquito mayor ni nos hará pensar en un posible favoritismo del repartidor.

Siempre habrá alguien, que se llevara las miradas de los concurrentes, por que en su trocito, incluirá esa figura de chocolate que nos llamó la atención a todos cuando vimos pasar la tarta iluminada por las velas.

Hay otras circunstancias, donde al tener que compartir cualquier cosa, sale el espíritu mágico del repartidor de tarta y logrando una sin igual equivalencia, consigue una distribución justa y adecuada.

Nos pasa igual cuando pedimos una pizza familiar, o al abuelo al repartir una propinilla entre sus nietos, o tras una opípara cena entre amigos al decir “tocamos a xx por persona” y en mil ejemplos más.

Estos ejemplos demuestran un buen sentido de la proporcionalidad, y entregan a cada cual una parte equivalente del bien o bienes repartidos, resultado de dividir la cantidad total por el numero de beneficiados o perjudicados en el reparto

Aplicando esta misma regla, y asumiendo la difícil situación de España, es lógico pensar, que el esfuerzo necesario para salir de esta crisis debería ser proporcional y equivalente para todos nosotros, pero…

Aunque la proporcionalidad en muchos casos pueda ser matemáticamente correcta, no siempre es justa y equitativa.

Cuando a un español de a pie, de los que aun tienen sueldo, se le rebaja el mismo en un 7% y el rey de España, en un acto de solidaridad magnánimo dice que ha decidido rebajarse su asignación en el mismo porcentaje, es proporcional, pero no es justo ni equivalente.

Ese español de a pie, español medio, ingresa al año alrededor de 22.000.-€ y nuestro rey se acerca a los 300.000.-€ No, los sueldos no son proporcionales. La equivalencia no existe.

Igual ocurre con políticos, asesores nombrados a dedo, enchufados y recomendados, gerentes y ejecutivos de grandes empresas, banqueros y adinerados.

Es una elite, que a pesar de “magnificar” su solidaridad diciendo públicamente que ellos también hacen el mismo esfuerzo, mienten. El esfuerzo no es proporcional ni equivalente.

Pasa igual cuando analizamos la proporcionalidad de las medidas que este gobierno va tomando viernes tras viernes mientras nos conducen al caos.

Las medidas, las leyes, los recortes y las varianzas impositivas deberían guardar ese principio de proporcionalidad, no dañando mas que por igual a cualquier ciudadano español.

Cuando se recorta en educación en lo público y se favorece lo privado, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. Los ricos se educarán mejor que los pobres.

Cuando se imponen unas tasas abusivas para el acceso a la universidad, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. Los ricos podrán formarse, los pobres no

Cuando se aboga por la privatización del sistema sanitario, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. Los ricos estarán mejor atendidos que los pobres.

Cuando se aumenta de forma desmesurada el IVA, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. Los menos pudientes lo sufrirán más que los otros.

Cuando las tasas judiciales en segunda instancia se elevan por encima de las posibilidades del español medio, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. Los pobres no podrán defenderse.

Cuando se desmonta el estado del bienestar, que ladrillo a ladrillo hemos construido durante tantos años, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. Hay bolsillos que permitirán seguir viviendo en ese estado, otros no.

Cuando se permite a las grandes fortunas tributar al 1%, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. El resto, el pueblo, paga mucho más.

Cuando se invierte en obras megalíticas con el único fin de lucrar a los constructores, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. Aun cuando no son necesarias, también las pagamos los que no podemos permitírnoslo

Cuando se amnistía fiscalmente a ladrones contrabandistas y gente de mal vivir, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. Los que pagamos estamos perjudicados, los otros, beneficiados.

Cuando un político imputado en un caso (o varios) de corrupción sigue en libertad mientras un simple ladrón de gallinas esta en la cárcel, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. La justicia no es igual para todos.

Cuando un gerente o administrador de entes públicos o privados recibe una indemnización millonaria por su “despido”, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. Los afectados por un ERE se van a la calle con poco más que una mano delante y otra detrás.

Cuando se lucha contra la actual ley del aborto, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. Se le quita el derecho solo a quien no pueda pagar una clínica en Londres o en otro lugar, no a todos.

Cuando el gobierno desmantela las agencias anticorrupción y persigue a los parados que defraudan el sistema, se ha perdido el sentido de la proporcionalidad. Los parados luchan por sobrevivir, los corruptos por enriquecerse. 

Dice nuestra Constitución en su artículo 14 que todos los españoles somos iguales ante la ley sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, sexo, raza, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Sin embargo, los hechos y actos del gobierno lo desmienten.

El trato preferencial a la iglesia, es solo un ejemplo, que junto con los recursos contra el matrimonio entre homosexuales o el uso de unos recortes, tanto de derechos como económicos que nos desigualan nos permite entrever el tipo de sociedad al que nos están llevando.

Una sociedad de castas, donde lo único, lo que de verdad prevalece son los derechos de los poderosos. Donde la prosperidad y la buena vida queda para los sinvergüenzas y corruptos y el esfuerzo y el sufrimiento para el obrero y el pobre.

No se ve la proporcionalidad en las medidas del gobierno y ante la ley, ante la justicia y ante el poder legislativo, un español rico no es equivalente a un español pobre…

Han perdido el sentido de la proporcionalidad…

¿Lo seguiremos permitiendo…?

Jose Ramiro, bloguero



* Nota aclaratoria:

Los comentarios, siempre bien recibidos, a mis dos últimos post me hacen pensar que no siempre consigo transmitir bien mis verdaderas intenciones.

En mi entrada del día 28/07/2012, “El inocente y el obediente” uso una cita bíblica como ejemplo del poder sobre el hombre, y nada más lejos de mi intención que haber ofendido a los lectores que profesan esa fe.
Desde mi ateismo confeso, siempre veré las religiones desde un punto de vista crítico, pero no por ello menos respetuoso.

Evidentemente, el retazo bíblico, como en otros artículos los entrecomillados,  está descontextualizado y usado a mi antojo como ejemplo critico del sometimiento humano, aunque en su contexto original, no sea ese el sentido de tal ejemplo divino.

Si alguien se ha sentido dolido u ofendido con mi texto, desde aquí, pido perdón públicamente.

Por otra parte, me queda la sensación de que en la entrada del día 29/07/2012 “La velocidad y las nubes, Apología del pasado… O del futuro”, dejo traslucir un apego a lo antiguo que no tiene nada que ver con mi personalidad.

Todo el articulo no es mas que una irónica puesta en escena de lo que pasaba en España hace muy pocos años (muchos de los lectores recuerdan escenas parecidas), y una critica, siempre constructiva sobre las relaciones actuales entre personas.

Tecnócrata por práctica, conocimiento y convencimiento, soy partidario de todo lo que signifique modernidad y avance, si bien es cierto, que creo que las nuevas tecnologías, las telecomunicaciones y las redes, no es que nos deshumanicen, sino que están dando forma a una nueva humanidad donde los conceptos de relación entre personas han cambiado, ni para mejor, ni para peor, solo que ahora es distinto.

La velocidad y el ritmo que impone la vida tal y como la conocemos me agrada, me seduce y me convence.

Forofo de la instantaneidad, soy de los que se quejan cuando se cae Tweeter, y lo uso,  a pesar de ser como la antigua cabina de teléfonos, un confesionario donde escribes de forma pública para todo el que te quiera leer.

Impaciente como el que más, cuando cuelgo algo en Facebook espero la llegada de los “me gusta”.

Utilizo constantemente el correo electrónico y mantengo un trasiego constante de textos, imágenes y videos en la nube.

Soy, casi un “solariano”…

Naturalmente que apuesto por esto y no por el pasado.

Si en esta entrada he generado alguna duda, la doy por aclarada.

Jose Ramiro

La velocidad y las nubes, Apología del pasado… O del futuro.


Antiguamente, cuando las comunicaciones eran otra cosa, si te echabas novia o novio en otro pueblo, la relación se convertía en un suplicio diario de viajes y estancias que no siempre eran posibles.

Comunicarse con la otra parte era toda una aventura, donde además del azar aparecían una serie de dificultades añadidas.

Era aquél un tiempo que para hablar por teléfono, había que ir a “la telefónica”, lugar donde existían unos aparatos negros, misteriosos, tremendamente pesados dentro de una especie de cabinas separadas unas de otras con un fina maderilla, que quitaba cualquier intimidad a la conversación. Conversación, que además tenias que tener a gritos, por que la calidad del sonido de aquellos rústicos y fúnebres aparatos era peor que pésima.

Te acercabas a un mostrador, donde había una señorita (no se porque siempre eran señoritas, ni señoras ni caballeros…) y pedías “una conferencia”. Te preguntaban entonces amablemente con que pueblo o ciudad pretendías hablar (casi siempre la aventura acababa en la pretensión…) y tras proporcionar la información, te solicitaban, las más de las veces el nombre del receptor. Los números de teléfono aun no se llevaban…

La telefonista, a veces con una sonrisa en la boca y otras con bastante desagrado te anunciaba el tiempo de espera estimado, que bien podían ser unos minutos, bien unas horas, y a veces hasta unos días…

Transcurrido el plazo de espera, la señorita cantaba de viva voz ¡D.  no se quien,  su conferencia con tal sitio, en la cabina nº 2!

Te dirigías hacia un antro con aspecto de confesionario y un numero 2 enmarcado en un ovalo negro sobre blanco en la parte superior, donde tras coger un auricular que colgaba de un cable siempre negro, entelado, tenias que hablar de cara a la pared, mirando y apuntando tu voz cuidadosamente hacia una especie de protuberancia cónica que emergía del siniestro cuerpo del mágico aparato colgado en un tablero vertical y con una pequeña repisa en la parte inferior, pintada de esperas.

Decías entonces con total entusiasmo (siempre a voces, para que la telefonista no perdiera detalle) ¡Hola mi amor! Y del otro lado, te contestaba una voz cantarina…: ¡Un momento caballero! ¿Con quien quería usted hablar?

Resguardado en la ilusión del momento, volvías a repetir la identificación de tu amad@ y entonces te decían: Pues ahora le pongo, que tengo las líneas ocupadas…

Después, oías en el auricular un ruido extraño, como de mover cables y sacar y meter múltiples clavijas, que poco a poco te acercaban al objetivo…

Pasados unos minutos (o más), ya por fin sonaba el anhelado ¿Caballero, Esta usted ahí?, ¿Sigue usted ahí?... A bien, le paso su llamada…No se retire…

“¿Si?, ¿Quién es?” Magnífica pregunta, magnífica, por fin…

Entonces, podías repetirle al agujero negro de la pared, claro ahora ya con menos entusiasmo…: hola… ¿mi … Amor?

Cuando la respuesta era un ¡Hola mi niñ@, ¿Cómo estas?¡ comprendías que el final de tu aventura estaba cerca. Por fin habías conectado con ella o con el…

Se iniciaba entonces una conversación que las más de las veces te ruborizaba, siendo consciente de que tu telefonista estaba pendiente de la conversación, y con toda probabilidad la del otro extremo, permanecía atenta al trafico de ondas que ella controlaba.

A tu lado, un contador también negro, avanzaba a golpes de ¡Clack! Cada cierto intervalo y tú no le quitabas ojo mientras transcurría la amorosa conversación, haciendo cuentas mentales del pico que te iba a costar la conferencia…

Al final, con el convencimiento de que tu conversación dentro de un rato sería de dominio publico, pagabas el importe de tu tiempo de amor, y te marchabas con el corazón dando saltos de alegría.

Este momento, no se repetiría hasta muchos días después…

Esto, parece un pasado muy lejano, pero me estoy refiriendo a la España de hace muy pocos años, siempre desde la relatividad de los muchos que ya acarreo.

Otro método de comunicación que se llevaba entonces era la carta postal, que es como un e-mail, pero mucho mas lento, y donde el papel lo ponía el remitente, no el receptor. Tras escribir una carta, el tiempo que tardaría en llegar a su destino era un misterio, ¿Días?, ¿Semanas?... ¿Meses…? Y a la vuelta, otro tanto de lo mismo. Podías preguntar en una de ellas…: oye, cuéntame, tu sobrina hizo ya la comunión? Y te podían responder después de un tiempo indefinido…: Si, ya la hizo, mi sobrina en unos días se casa…

Eran otros tiempos…

Hoy, las redes, la nube, aportan una instantaneidad maravillosa, y rompen con toda la antigua problemática.

Ahora, envías un tweet, y si no recibes la respuesta en los próximos segundos, empiezas a preguntarte si no se habrá caído el servidor.

Cuelgas una cosa en Factbook y esperas a ver llegar los “me gusta”.

Envías un mail, y, cosas de la tecnología, ¡ya lo han recibido!

Fotos, videos, música, información…

Noticias, cultura, libros y pintura, todo al alcance de un click…

Definitivamente, es otro tiempo.

Hoy, conoces a tu amor en las nubes, y piensas que es un ángel celestial, cuando las más de las veces, te estas enrollando con un demonio… o al revés…

Hoy, tenemos más amigos virtuales que de carne y hueso. Conocemos a la gente por sus expresiones, no por su físico ni por la convivencia. Conocemos su avatar y su nickname, pero no conocemos su cara o sus sonrisas. Conocemos mejor sus sentimientos que el color de sus ojos.

Lo bueno parece bueno, y lo malo pinta malo, pero solo en la virtualidad de la nube, nunca sabemos que o quien tenemos del otro lado.

Todo lo virtual es relativo… Todo lo humano, necesario…

Describe Isaac Asimov en su obra un mundo extraño llamado Solaria, un mundo donde sus habitantes solo se comunican entre ellos mediante sofisticados y revolucionarios medios electrónicos, donde los solarianos padecen de una sociopatía crónica que les hace rechazar el contacto directo entre personas… Es un mundo creado por humanos, pero deshumanizado…

¿Extraño futuro?... No se…

A veces, pienso que, la exasperante lentitud de las antiguas comunicaciones, ayudaban a que el mundo fuera a una velocidad mas racional, donde todo se meditaba más, se razonaba, y te daba tiempo incluso a arrepentirte de tus palabras antes de dejarlas plasmadas en un papel de mala calidad o de expresarlas telefónicamente.

Hoy, la impronta del ser virtual es inmediata, instantánea, y por tanto más propensa al error.

El día que alcancemos el utópico viaje interestelar, donde las enormes distancias obliguen de nuevo a esas demoras del clásico correo o de las antiguas centralitas telefónicas, es probable que recuperemos ese raciocinio y de nuevo los ritmos se adapten a la vida, y no como ahora donde la vida está sujeta a los ritmos que marca la nube…

Un poco de serenidad, nos vendría bien…


Jose Ramiro, bloguero.

sábado, 28 de julio de 2012

El inocente y el obediente


Ayer, María Dolores de Cospedal, en enfrentamiento verbal con un “súbdito” rebatió lo desmesurado de su sueldo, no con alguna razón de peso como podría ser “es que trabajo mucho” sino con un agresivo “pues el anterior ganaba más”

No es que sea mentira, pero la señora de Cospedal, además de mantener varios salarios públicos que le pagamos entre todos, no hace ni un simple gesto que justifique tan grandes emolumentos, ni que justifique el mantenimiento de ellos.

Y es que el dinero, siempre mal consejero, la lleva, ante la falta de argumentos, a defenderse con un buen ataque  en vez de con una buena razón…

Debió sentirse satisfecha tras tan fantástica pugna y continuó su camino con su cabeza bien levantada, mirando a los espectadores con ese gesto altivo que la caracteriza y esa media sonrisa de saberse poderosa.

Gana mucho dinero, vive en una mansión palaciega, su marido está bien “colocado” y sus huestes (hasta seis policías a veces) la protegen del vulgo.

Se sabe poderosa. Cierra colegios y camas hospitalarias, despide interinos y funcionarios, desinvierte en su región y privatiza lo que toca. Los reyezuelos, siempre han llenado de prebendas a su corte…

Hay un pasaje bíblico espeluznante, donde el Dios que todo lo puede, en un acto de retorcida intención, le pide a Abraham la vida de su hijo. La fe, el fanatismo desmedido que fomentan las creencias en los todopoderosos, hizo que Abraham tomara a su hijo e iniciase un tortuoso camino hacia la zona indicada por su señor, donde asumiendo la orden divina, elevó un altar y depositó allí a su hijo. Mirando al cielo  levantó el cuchillo para degollar al cordero sagrado representado por la carne de su carne, quien, en un acto de sumisión terrible, aceptando su destino, levantó la cabeza para facilitar a su padre tan sagrada tarea…

Dios, se debió sentir orgulloso del poder que tenia sobre Abraham y su descendencia, y en su bondad infinita, solo unos segundos antes de que el cuchillo penetrara en el cuello del sacrificado, mandó unos ángeles que detuvieron el crimen antes de la consumación.

Debió sentir el ser divino un placer enorme al ver la obediencia, rayana en la estupidez, de los hombres hacia él.

Han pasado unos miles de años, pero los fanatismos y la obediencia al todo poderoso sigue intacta.

Ha cambiado y mutado el dios de entonces por otro que cruje entre las manos de los poderosos y tintinea en las cajas de caudales.

Los que creen en ese Dios, se sienten pletóricos de poder, y lo tienen.

Y como aquel antiguo Dios de Abraham, se regodean y se placen de la estupidez del hombre.

En estos momentos, tienen muchos altares elevados por toda la tierra donde diariamente se consuman sacrificios, quizás menos cruentos y más sutiles, pero sacrificios, de una buena parte de la humanidad.

Sacrificios con un único fin, agradar a su dios y lucrarse en él.

La esclavitud infantil en las fabricas de Asia y África, la explotación sin limites en las minas de diamantes, el robo de niños y el trafico de órganos, la droga y las armas, las guerras y el hambre, la pobreza y la enfermedad, la prostitución infantil y las redes de pederastia, son sacrificios modernos en pago al poder divino de ese apestoso dios que es el dinero.

La avaricia que desprende la posesión desmedida de tal bien, nos pide sacrificios a toda la humanidad.

La capa de ozono, el deshielo del ártico, la pesca de ballenas, la explotación de recursos naturales ya casi inexistentes, la industria farmacéutica, la deforestación de los bosques y las selvas, la extinción de las especies, el maltrato animal y el racismo, la homofobia, la contaminación, el desprecio hacia nuestro bien más preciado, el agua…

La agresividad y el miedo. El poder y la debilidad. El dinero y la pobreza

Somos conscientes del horror de los combustibles fósiles, pero se prima su consumo y se expolian los últimos yacimientos existentes…

Somos conscientes del trabajo infantil, pero se prima su existencia comprando a precios inalcanzables con una mano de obra adulta y salarios razonables…

Somos conscientes de los paraísos de turismo sexual donde se prostituyen niñas y niños que nunca llegaran a ser mujeres ni hombres, pero se permiten las agencias que organizan este tipo de viajes.

Somos conscientes del esclavismo del hombre por el hombre, pero quién no pondría un diamante en su vida…

Somos conscientes del dolor animal en laboratorios y granjas dedicadas a la peletería pero quién no se compraría un buen abrigo de piel o una fantástica crema antiarrugas…

Somos conscientes del deterioro del agua, pero quién la cuida…

Somos conscientes de la degradación de nuestra atmósfera, pero quien no usa su coche o busca la eficiencia energética…

Somos conscientes de la “teórica” igualdad entre humanos, pero siguiendo siniestras órdenes nos enfrentamos en batallas donde el único ganador es el que vende las armas y roba los recursos de los países masacrados

La defensa de los intereses de unos pocos, aunque cueste la vida de muchos…

Estamos matando la Tierra, y con ella el futuro del homínido que una vez se puso en pie y se convirtió en amo y señor del mundo.

Mal amo, vendido al Dios Dinero, que no entiende de banalidades. Solo quiere crecer y crecer…

Y crece…

Haría falta todo un batallón de Ángeles Vengadores, que espada de fuego en mano, fueran capaces de derrotar a ese Dios, perverso y maligno, asentado entre nosotros.

Es el verdadero Diablo…

Y todos somos responsables de su existencia al ansiarlo y adorarlo. Somos quienes lo invocamos y lo hicimos reinar. Somos los corderos de sus sacrificios…

Jose Ramiro, bloguero.

viernes, 27 de julio de 2012

No es tiempo de quejas…


Hoy, no pienso hablar de política, ni de rescates, ni de injusticias, ni de abusos.

Voy a tomarme un respiro y voy a hablar de cualquier otra cosa.

Estamos entrando en el mes estrella de la época estival, y el que más y el que menos, tendrá uno días de descanso.

Los habrá que ya los habrán disfrutado en este mes que acaba, y los habrá que los empezarán en los próximos días. Claro, que también los habrá que los lleven “disfrutando” desde hace ya bastante tiempo. Concretamente, hay en España, según la EPA publicada hoy mismo 5.693.100 personas que están de “vacaciones forzosas…”

Dicen los datos de esa misma encuesta que hay trabajando 17.417.300 personas, que entre todas ellas están soportando la carga de un país con 47.000.000 de habitantes, lo que significa que cada trabajador corre con los gastos de 2,7 personas…

Estamos en una época de alegrías, donde nos desplazamos a las zonas costeras en busca del ansiado sol y el yodo que nos aporta el mar, o a las zonas del interior buscando el disfrute, el aire puro y la paz que nos dan los pueblos y aldeas de nuestra geografía.

Se nota un bullicio especial en las calles y las zonas turísticas se llenan, no solo de españoles, sino de una mezcolanza de paisanos de otros sitios que nos visitan y nos disfrutan. Altos, rubios, morenos y bajitos, de piel negra y de piel excesivamente blanca, rojos del abuso del sol y siempre sonrientes y felices.

Históricamente, el verano ha sido momento de crecimiento laboral, y se nota, en las terrazas y cocinas de nuestros bares, restaurante y chiringuitos playeros, un aumento considerable de camareros, cocineros y ayudantes que se sonríen entre ellos y se sienten cómplices en una felicidad ficticia.

Gente, que en las más de las ocasiones, sacrifican este tiempo veraniego y vacacional, con la alegría de haber encontrado un trabajo que les ayuda a superar estos momentos tan difíciles. Gente, que nos transmite esa “felicidad” en el buen trato y la amabilidad con que somos recibidos en aquellos locales donde trabajan.

No es tiempo de quejas…

Encontrar trabajo en estos momentos, es casi como jugar a la lotería, y rara vez toca el “gordo”. En verano los más que tocan son los pequeños premios, los de consolación.

Sirven para tapar algún boquetillo, y para poco más. La temporalidad de los contratos de estos meses, se acabará con el retorno del otoño y la tristeza de volver a unas “vacaciones” que se perciben como eternas… El número de desempleados, como todos los finales de temporada, volverá a aumentar.

Pero, no es tiempo de quejas…

Ahora, nos toca divertirnos, reencontrarnos con familiares que hace tiempo que no veíamos, visitar algún lugar nuevo y desconocido, desconectar de nuestra vida habitual, pensar en cosas alegres y alegrarnos, olvidar las penurias del día a día y vivir cada día como el único día, beber buena cerveza fría, muy fría o buenos tintos de verano y disfrutar de una cocina veraniega y fresca. Pescados, ensaladas, frutas del tiempo, sol, mar, playa, aire, amigos, fiestas, risas, trasnochar…

Claro, hay quien disfruta de esto todo el año. Y a costa de los demás, como nuestro expresidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Divar, que ahora se entretiene en pedir una indemnización (no comprendo el descaro, claro, ni entiendo el porqué) por los años de servicio de más de 200.000 Euros…

Estamos rodeados de sinvergüenzas, pero da que pensar, sobre todo después de ver el enorme número de aprovechados y abusones que nos rodean, que creen que no nos damos cuenta del aprovechamiento descarado que hacen de nuestro carácter tranquilo y sereno. En el fondo, piensan que estas cosas no nos importan. Y algo de razón tienen, cuando en comunidades como la valenciana, el numero de imputados que siguen en puestos políticos es desmesurado (yo no comprendo como siguen ni uno solo de ellos, pero…) y los votamos una y otra vez.

Algo de masoquismo reside en nuestros genes, cuando lo permitimos…

Mientras tanto, en las altas esferas de la política española, se sigue hablando de recortes profundos, de modificación de leyes ya asentadas en nuestra judicatura y de violación de derechos. De rescates que no llegan, de primas de riesgo que se mueven como si estuvieran en la montaña rusa de un parque de atracciones y de valores bursátiles…

Y entre el pueblo, hablamos de impuestos y reimpuestos, de pagas extraordinarias que son parte de la paga ordinaria, de la casa real, sus vacaciones de lujo y los problemas de los sinvergüenzas que la integran, de lo cara que está la vida este año, de la gente de los programas basura de Tele 5 y de las olimpiadas, del partido que perdimos ayer (supongo que lo perdieron los que jugaban…) y de lo bien que lo está haciendo Alonso con su Ferrari, de modas y bañadores, de los hijos y su futuro, de los abuelos y su pasado…

Se sigue hablando de dinero y de recorte de derechos. Siguen atentando contra nosotros y se lo seguimos consintiendo.

Pero, no es tiempo de quejas…

Lo dicho, hoy, ahora, es tiempo de disfrutar y no quiero hablar de política, de políticos ni de politiqueos…

Disfrutad del verano. Al menos, intentadlo…

Jose Ramiro, bloguero

jueves, 26 de julio de 2012

¿Vivo o muerto?


El mundo que conocemos, el de todos los días, sigue dejándose llevar por la física Newtoniana, donde todo es previsible medible y ubicable. Unas pocas leyes, simples y fáciles de entender justifican todo lo que vemos y casi todo lo que sentimos.

Cosas grandes, como el universo tal y como lo vemos, es describible a grandes rasgos por esas pocas leyes, y con la simplicidad y la belleza de las mismas podemos comprender que los planetas están donde están por que el maravilloso y enigmático equilibrio entre la fuerza de atracción de su estrella madre con la fuerza centrípeta de su movimiento alrededor de ella los mantiene estables en su órbita. Podemos comprender que si sueltas un objeto en el aire caerá hacia el suelo gracias a la conocida fuerza de la gravedad y podemos entender la trayectoria parabólica de una bala o porqué el fuego desprende calor…

Todo lo de nuestra talla, las cosas que nos rodean, que podemos tocar y ver, se explican desde la perspectiva de la física clásica.

Desde el punto de vista de lo pequeño, de lo muy pequeño, las cosas no son tan sencillas, y para poder describir el mundo subatómico, sus componentes y su existencia, a veces efímera, hemos tenido que desarrollar otra física con capacidades descriptivas diferentes, complejas y cada vez mas lejana a los postulados de la física clásica, con la que se busca la integración, pero que cada nuevo descubrimiento aleja más de nuestra comprensión.

Una física donde se maneja una terminología alejada de cualquier idioma y que describe objetos y efectos sorprendentes y, a veces, casi increíbles. Una física, donde lo que es mensurable no puede ser ubicado y al revés, y donde conocemos muchas de esas partículas imaginadas por el simple efecto que causan en otras. Partículas con nombres exóticos y que nada tienen que ver con el mundo real : Quarks, neutrinos, fotones neutrones y electrones… y miles más, con características aun más exóticas, como carga, masa, spin, color o sabor, que describen características inimaginables que solo las matemáticas más avanzadas son capaces de poner en papel

Tan difícil es de entender, que es una física para profesionales, que solo con libros de divulgación escritos por verdaderos artistas del lenguaje es capaz de llegar al pueblo llano.

Es, tan difícil de entender como la política, que se mueve muchas veces en sentidos distintos a los que parecen razonables, por vericuetos recónditos que nos sorprenden y muchas veces nos disgustan.

Y aquí pasa lo mismo. Para entenderlo, hace falta que nos lo expliquen, ya que sin ese paso necesario, es difícil de entender el porqué de medidas en apariencia injustas, y políticas y actos que, contra lo que pueda parecer, no ayudan sino que perjudican.

Hoy, he visto como es un clamor popular, (quiero decir del pueblo, no del partido) el rechazo contra las propuestas Gallardonistas sobre la ley del aborto y he visto a la gente del partido movilizándose para justificar cosas injustificables.

He visto, como el Ministro Soria sigue sin recibir a Ángel Vadillo que ya lleva 44 días sin comer a las puertas del Ministerio, en el afán de defender las energías renovables.

He visto como han permanecido sentados los diputados populares de la asamblea de Madrid, salvo alguna excepción,  mientras el resto de la cámara, en pié homenajeaba al recién fallecido padre de la constitución Gregorio Peces Barba, en un nuevo acto de desprecio hacia lo diferente.

He visto como se niega el rescate de España cuando todo nos dice que se está produciendo.

He visto como han aumentado los expedientes de regulación de empleo incluso con la reforma laboral que prometía un aumento de los puestos de trabajo.

He visto como sigue la lucha de los mineros y como se sigue importando carbón no nacional.

He visto como arden los bosques y se mantienen los recortes en prevención.

He visto a funcionarios e interinos tremendamente preocupados por su futuro

He visto que hay comunidades arruinadas y bancos que siguen enriqueciéndose.

He visto como las compañías suministradoras de electricidad dan beneficio en sus cuentas y sin embargo nos suben las tarifas.

He visto como en el mercado, en las pequeñas tiendas se vive con preocupación la próxima subida de impuestos y la libertad de horarios.

He visto como se siguen privatizando servicios y como desaparecen derechos.

He visto como en España se empieza a pasar hambre.

He visto a españoles plantearse seriamente abandonar el país.

He visto como se les quita el derecho a los menos pudientes a la vacunación de sus hijos.

He visto como en la prensa extranjera nos ven como un país perdido, descabezado.

He visto como cada día hay más prostitución entre las españolas.

He visto a una presidenta de comunidad huir del rechazo de sus ciudadanos.

He visto la desesperación de los jóvenes por su futuro más que incierto y la de los ancianos por la poca vida que les queda.

He visto caras de incredulidad entre los jubilados.

He visto jueces descalificados administrando justicia y delincuentes disfrutando de su libertad.

He visto el enriquecimiento ilícito de buena parte de la clase política.

He visto al Fiscal General del Estado “negarse” a la investigación abierta sobre los causantes de nuestra ruina.

He visto muchas más cosas y nadie da explicaciones…

Tal vez si nos lo explicaran…

Como en el famoso experimento del “gato de schrödinger”, que ya en su concepción en 1935 describe perfectamente las sensaciones que nos transmite esa falta de comunicación, nunca sabemos lo suficiente para determinar si lo que ocurre es una ilusión o una realidad.

Veamos: Cojamos al Presidente y encerrémosle en la Moncloa con un asunto sobre el que haya que tomar una decisión con, digamos, una probabilidad del 50%, es decir optar entre si o no, y preguntémonos si será capaz de tomarla, o la tomará en ese plazo de tiempo. Pasado el mismo, si no nos lo comunican, la probabilidad de que haya tomado cualquiera de las opciones es del 50%, por lo que la decisión, hasta que saquemos al presidente del interior y nos lo cuente, estará en una fase no conocida de tomada/no tomada es decir, si/no a la vez. Será una incógnita sin resolver.

El permanente silencio, ese jugar al escondite con el pueblo no nos beneficia ni a nosotros ni a la imagen de España como país.

Es lo que genera las dudas y lo que nos mantiene con una prima de riesgo disparada, una bolsa hundida y pagando intereses de usura.

Si la réplica del experimento la realizáramos con el diseño original, en base a veneno, partícula radioactiva y tiempo estimado de desintegración y eso, el presidente entraría en una fase de muerto/no muerto hasta que consiguiéramos entrar en la Moncloa..

Ciertamente, el resultado es muy parecido a la realidad…

Es difícil seguir así…

Jose Ramiro, bloguero

miércoles, 25 de julio de 2012

¿Ciencia o ficción?


La ciencia ficción siempre ha sido un género muy socorrido, ya que permite a los autores tantas licencias científicas como le vengan bien. Así, es fácil desarrollar unos monstruos reptilianos que disfrazados de humanos, atacan al planeta tierra para devorarnos o para esclavizarnos, como nos contaba la ya histórica serie de televisión “V”

O nos pueden embarcar en aventuras interplanetarias donde seres de otros mundos, siempre malignos, se enfrentan en enormes batallas siderales llenas de luces de colores (no se porqué normalmente son azules y rojas…, y otro detalle, las rojas son, también normalmente, las de los malos de la película y las azules de los buenos) y sonidos sibilantes contra los pobres humanos, que yendo en son de paz, terminan derrotando y exterminando a los otros seres.

O nos permiten asistir a fiestas discotequeras de mundos imaginarios donde los seres que nos rodean son extraños y solo encajan con definiciones de monstruosidad o aberración de la naturaleza; seres con antenas, múltiples ojos, tentáculos, lenguas camaleónicas o extremidades sin sentido; seres que levitan, reptan, o se mueven a velocidades imposibles; seres anómalos, con forma de gusano, que nos parasitan, se instalan dentro de nuestras cabezas  y dominan nuestros cerebros y nuestros cuerpos…

“Inventos” como el viaje a través del hiperespacio, las naves supra-lumínicas, la visita a mundos lejanos, la estrella de la muerte y la permanente victoria de los terráqueos sobre cualquier otra raza o clase de naturaleza, no pueden ser fruto mas que de las mentes poco científicas y dadas a la ficción.

En realidad, no hace falta este género para encontrar esos seres malignos que nos amenazan, no hay que salir del planeta para buscarlos y no necesitan disfrazarse. Ni siquiera tendríamos que salir de nuestro entorno más cercano para encontralos. Aquí, cerca de cualquiera de nosotros, habitan seres tan perjudiciales o más que cualquiera de esos monstruos intergalácticos soñados por los autores.

Basta abrir la prensa para identificarlos
Aguirre deja de dar gratis la vacuna del neumococo a 76.000 niños al año. (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/07/24/madrid/1343162973_595745.html)

Montoro defiende la subida del IVA: “Si no sube la recaudación corren peligro las nóminas” (http://www.republica.com/2012/07/18/montoro-defiende-la-subida-del-iva-si-no-sube-la-recaudacion-corren-peligro-las-nominas_523659/)

Miseria y hambre en España y el rey: -¿por qué no te callas? (http://www.aporrea.org/internacionales/a147296.html)

Esto es solo un pequeño ejemplo de la “alienación” de nuestros gobernantes, que siguen defendiéndose de monstruos inexistentes, vivos solo en su imaginación, mientras desamparan a sus gobernados…Que siguen alimentando los deseos y necesidades de unos seres extraños que nos invaden y pretenden esclavizarnos y casi canibalizarnos.

Este paisaje desolador, digno de una serie de gran audiencia, parece ciencia ficción, pero es en realidad una postal de la realidad de nuestro país.

Hay otros autores, que se han movido más cerca de la ciencia que de la ficción.

Autores como Léster del Rey (1915-1993) o Isaac Asimov (1920-19929), que en sus magistrales textos nos revelan un futuro muy, muy lejano, pero posible, que no rompen con las leyes de la ciencia y la naturaleza, y que introducen solo algunos matices “paracientificos” para “adornar” sus relatos.

Relatos increíblemente bellos que nos hacen ver un mundo futuro lleno de vida, de experiencias y de aliento para la raza humana.

Asimov, era un gran divulgador además de reconocido autor de "ficción científica", no de ciencia ficción que decía él.

Una de sus obras más conocidas fue y es la serie dedicada al imperio galáctico, comúnmente llamada “Trilogía de la Fundación” o “Saga de Trantor”, mal llamada trilogía, ya que consta al menos de catorce obras reconocidas por el autor y es en esta enorme obra literaria, donde Isaac Asimov define y formula por primera vez sus famosas leyes de la robótica (por cierto, la historia le asigna a él el merito de “inventar” la palabra “robótica”).

Estas leyes son en esencia necesarias para la coexistencia pacifica de los robots con los humanos, y sin ellas, sus textos serian imposibles, o cuando menos rebatibles.

Son sencillas, cortas y precisas:
  • Primera Ley: Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño. 
  • Segunda Ley: Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto cuando éstas entren en conflicto con la Primera Ley.
  • Tercera Ley: Un robot debe proteger su propia integridad, siempre y cuando esto no impida el cumplimiento de la Primera Ley y Segunda Ley.
Sin embargo, con el transcurrir de los años y el avance de la saga, Asimov tomó conciencia de que faltaba algo en esas tres leyes, que pondrían en un aprieto a un robot ante determinadas circunstancias, e hizo que dos de sus personajes -R. Daneel Olivaw y R. Giskard Reventlov. (La R que antecede a los nombres nos los define como robots)- propusieran una ley suprema que rompiera ese conflicto. La Ley Cero, que antecede a las otras y las obliga al cumplimiento siempre que no entren en conflicto con ella.
  • Ley Cero: Un robot no puede hacer daño a la humanidad o, por inacción, permitir que la humanidad sufra daño.
Es fácil deducir a partir de estas simples leyes (solo cuatro) que el comportamiento “humanoide” de los robots tenía que ser ejemplar.

Si existiese algo parecido que pudiéramos aplicar a nuestros gobernantes, la historia seguramente no nos habría traído hasta aquí.

Intentémoslo

Redactemos las leyes de la “humánica” de obligado cumplimiento para todos, y especialmente para los gobernantes:

Ley Cero: Un humano (un gobernante) no puede hacer daño a la humanidad o, por inacción, permitir que sufra daño.

Primera Ley: Un humano (un gobernante) no puede hacer daño a otro ser humano (ciudadano) o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño, excepto cuando el daño causado sea inferior al causado al resto de la humanidad.

Segunda Ley: Un humano (un gobernante) debe obedecer las la leyes de la humanidad (distadas por el pueblo), excepto cuando éstas entren en conflicto con la Primera Ley.

Tercera Ley: Un humano (un gobernante) debe proteger su propia integridad, siempre y cuando esto no impida el cumplimiento de la Primera y Segunda Ley.

Qué simple y qué bello. Leyes llenas de altruismo, que anteponen el bien común al particular. 

El mundo que conocemos seria totalmente distinto, sin guerras, sin hambre, sin atentados contra la naturaleza, viviendo en el respeto y desde el respeto, sin abusos, sin amos ni esclavos, lucharíamos contra la enfermedad y nos protegeríamos de la adversidad, cuidaríamos nuestro planeta y a todo su contenido...

Nos convertiríamos en verdaderamente humanos. 

Sencillo. 

Utópico…

¿Ciencia o ficción?

Ficción, claro...

Jose Ramiro, bloguero